Mi alma es un complejo rompecabezas.
¿Por qué complejo?
Porque las piezas son muchas, chicas, de diferentes formas, colores, y sus encastres son muy similares unos con otros, lo que hace que unirlas se torne aún más difícil.
Me lleva esfuerzo, en algunas partes, encontrarles su par, lo que requiere un tiempo considerable y un trabajo arduo, ya que este rompecabezas posee miles de unidades y no es tan sencillo como cuando algo se quiebra en dos. No tengo parte A y B, sino el abecedario entero más el alfabeto griego, entre otras partes.
A todo esto se le suma la complejidad de tener piezas similares que confunden, otras que pienso que van de una forma y el tiempo me demuestra que son todo lo contrario.
Piezas que al unirlas con otras, van tomando una forma, armando una nueva imagen, hasta que llega otra pieza complicada de adaptar, haciendo que lo que se había logrado armar, se desarme nuevamente.
Es entendible que eso suceda, de hecho me pasa por insistir, por caprichoso, por pretender encajar una pieza donde claramente no iba.
Definitivamente si esa pieza no va ahí, por más que parezca que si, forzar que encastre, solo desarmara lo armado.
Este rompecabezas es un lío y en muchas ocasiones tuve que volver a comenzar de cero cuando creía tenerlo todo resuelto.
Es que tarde me di cuenta de que a varias piezas las uni por similitudes, como por ejemplo, la pieza de desempleo con la de vacaciones, la pieza del dolor propio con la del ajeno, la del silencio con la del rencor, como así también use piezas que ya están viejas y no se usan, o también me he confundido al creer que algunas armaban la imagen principal y en realidad ya son de segundo plano o quizás son las que menos prioridades tienen hoy en ser completadas.
Me toma tiempo.
Me toma tiempo porque la última vez que armé esto no me acuerdo por qué parte había empezado, si por el medio, por las esquinas, no recuerdo cuáles eran prioridad, y hoy es todo tan distinto, además no había tantas para unir. Era más fácil todo.
No lo niego, intenté incluso varias veces tirar todo y comenzar con uno nuevo, pero esa imagen final que se logra al unir todo nuevamente es la que más me gusta o al menos la que me daba paz.
A esta altura de la vida ya es otra la paciencia, es otro el tempo que dedico, es otra la forma en que encaro esto, porque me dedico tiempo a mí, a conocer cada parte, cada pieza de mí todo, siempre manteniendo la calma en el caos que produce este proceso, para que si en un futuro llego a desarmarme de nuevo, no tenga miedo de hacerlo.
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