El visitante del atardecer.

El visitante del atardecer.

Paula SG

22/10/2025

Éramos unos niños, de 6 y 8 años.

Mi madre envió a mi hermano a comprar unos víveres a la pulpería.

Ya había pasado un buen rato y mi hermano no regresaba, así que mi madre me dijo:

—Vaya a ver qué pasó con su hermano.

Me dirigí al lugar; era un trayecto corto, alrededor de las cinco y media de la tarde.

El cielo estaba gris, y la gente regresaba a sus casas después del trabajo.

Llegué a la pulpería y vi a mi hermano; lo habían atendido de último, por eso había tardado tanto.

Lista la compra, nos devolvimos juntos a casa.

Para llegar, había que subir unas escaleras de cemento.

Y justo cuando nos dispusimos a subirlas, vimos algo extraño en el cielo.

Frente a nosotros, inmóvil, un platillo volador flotaba silencioso.

Lo más escalofriante era que, aunque había muchas personas afuera, en la calle, solo él y yo lo estábamos viendo.

Era grande, imponente, con luces que cambiaban de tono y un color grisáceo que reflejaba el atardecer.

Mi hermano y yo quedamos paralizados, sin palabras.

Aquella nave estaba suspendida frente a nosotros, y luego, lentamente, se fue desvaneciendo.

Hasta hoy me asombra pensar cómo solo nosotros lo vimos.

Había gente en todas partes, y sin embargo, solo fuimos nosotros los testigos del misterio.

A veces me pregunto si ellos eligen a quién mostrarse.

Da miedo, sí, pero también es emocionante… como si el universo nos hubiese guiñado un ojo, solo una vez, para nunca olvidarlo.

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