Bebiendo el mar de los placeres

BEBIENDO EL MAR

DE LOS PLACERES

Tenía tanto tiempo, que hasta podía contar las gotas del grifo mal cerrado que estaba al otro lado de la barra. Pidió otro whisky, encendió un cigarrillo, miró el reloj y apagó el teléfono móvil, total, para qué, si la única que llamaba a esas horas era la nostalgia. Bebió de esa copa el mar de los placeres y comenzó a recorrer lentamente parte de su historia. Una infancia solitaria, los curas del internado, una madrastra con tres gatos, un padre con mucho carácter. El primer trago, la maldita mili, las mil y una noches, una novia casta y pura, Purita la vecinita del quinto. La primera borrachera, la primera resaca, el sabor del alka-seltzer, las visitas al prostíbulo de Mariel. La herencia que nunca heredó y quedó en manos del abogado y de la madre postiza que ahora y hasta el derroche sería un forúnculo para el letrado. El título trucho, el primer trabajo, la primera mano en la lata, el primer despido, la primera esposa, el primer soborno, el primer sobrino, el primer millón, la enésima deuda, el primer juicio, las primeras esposas, la primera fianza, la última confianza, las malas amigas, las buenas migas con el alcalde, con el jefe de aduanas, con la mujer del jefe. El contrabando, el otro bando, el contrabajo, el sin trabajo, miles y miles de mentiras y todo el despilfarro en aquellos días de vino y rosas. Y Rosa, qué pedazo de mujer, mi Rosita, con esa risita, esas trencitas, tacita de café, yo con una gota de leche y taciturno que es mi turno, soy muy tierno en el infierno, me gustan las noches, las juergas. ¡C´est la vie! Y Elena la de los collares, la de las mil perlas, la madre de Perla. Perla la malcriada, la de los anillos de fantasía, la que fumaba cigarros, siempre de buen humor, con esas carcajadas que salían de su enorme quijada, hada madrina, matutina, mandarina, harina de otro costal y tal para cual. Almudena criatura fermosa, golosa, mimosa, vanidosa, osa mayor con los enemigos, osa menor para los conocidos, con enormes pechos navegando en mi lecho, pero del dicho al hecho hay un largo trecho, una gotera en el techo y ahora te echo de la habitación hasta mañana y para desayunar quiero tostadas con jalea real y un zumo de naranjas natural, tan natural como toda tu inocencia sin ton ni son. Sonia la mojigata llena de fantasías crueles. A Margarita le gustan las rosquillas y yo tengo cosquillas, no me hagas reír, reina, reineta. Claudia, la peligrosa, la fogosa, la pegajosa, cariñosa según el día, tan sofocante por las noches, siempre fue completamente sorda y descuidadamente obesa. ¿Quién me besa? Catalina, la mulata de labios ardientes. Y como siempre y por siempre con su juego de llaves, Juanita, la hija de la portera. Las escaleras con cincuenta escalones hasta el segundo piso, la segunda esposa, la décima herida, la penúltima querida, la última promesa, las últimas mentiras, el último secreto, el último deseo, el último decreto, la última esperanza. Esperanza López Nieto si no quieres regresar, no regreses, quédate a vivir en casa de tu madre, yo vivo más cómodo solo, estoy harto de tus cremas y ruleros. Un oso de peluche, un muñeco de madera, un soldadito de plomo, una medalla de plata. Una noche con diez velas y bajo la ducha tonteando contigo. Y yo te mojo, tu me mojas, yo me seco, tu te secas, y cuando termines de hacer la tontita me preparas un bocadillo de mortadela. Adela, si ves que la fortuna se dirige hacia ti, cógela sin dudarlo, pues será para los dos, y si no es así, tú darás la cara por mí al otro lado del espejo en la comisaria y yo conozco al comisario. Y entonces, me viene a la memoria la dulzura de Dolores, Lolita, Lola, bondades sin canas, mentiras infinitas, vanidades y carnes, sin caras ni caretas. ¡Qué caras están las flores! A Guadalupe para su cumpleaños esta vez le enviaré tan solo una tarjeta, luego ella rumiará qué cara más dura que tiene éste hombre, grandota, redondita, gratinada. Ada, muchas gracias, el amor lo quiero con leche y dos cucharillas de azúcar. El amor hoy me duele más que nunca en este mundo absurdo, nada me importa, pero tú si y muy mucho, pero ya no tengo tiempo, estoy muy ocupado con otros menesteres pero no busques revancha. Ancha es Castilla y yo quiero un castillo, un as de espadas debajo de la manga, dos dados trucados y unos dedos largos que jueguen con mis labios en un anochecer con luna llena. La verdad es tan verde como una esmeralda, Esmeralda, ¿estarás llorando o riéndote de mí? conmigo y sintigo, camino y camino, trigo dorado, tres tristes tigres, vaya trabalenguas para mi lengua que está hecha un trapo. En una hora y con cinco tragos se me llena la memoria de infinitos recuerdos. En una hora pasan como en un desfile, la vida, algunas sonrisas, alguna que otra carroza, miles de mujeres bonitas, las ambulancias, un par de monjas, los tres mosqueteros, la suerte a toda prisa huyendo del afortunado, también los despeinados, los latosos, los desempleados, los mentirosos, los descontentos, los cabizbajos, el carnaval de los hipócritas con su lluvia de serpentinas. Y Tina la melancólica se sienta junto a Olguita la piba argentina, mi joven psicóloga, tan galopante, tan trepadora, tan pelirroja, tan peligrosa, tan insolente, toda ella intolerante.

Y uno que de repente, whisky va whisky viene, se arrepiente de todo y siente que llegó la hora de pedir perdón por el daño desparramado gratuitamente durante estos años de efímera gloria. Gloria mi amada, me manchaste el corazón con traición color mostaza y lo que se da no se quita por eso tienes jorobita. Tampoco volverá a salir el sol para tí, mi Marisol de largas primaveras, te juro que lo nuestro era como un manantial de agua más bien escasa pero clara. Y Clara hoy está vestida de blanca y radiante va la novia, a pesar de haber pecado tanto, tanto, pero taaaanto… que al final algún infeliz picó el anzuelo, pobre peón sacrificado. Eva, la tentación que vive en el octavo, yo siempre seré tu Adán, comeremos manzanas asadas y pecaremos al este del Edén y en donde las dan las toman, como bien dice el refrán, Francesca, la italiana, pasta y lasaña, refresco de cola, tú siempre tan light. Camarero, otra ronda por favor y explíqueme porqué dentro de mi copa había una mosca nadando croll. Lloras ahora tú, María Posadas, mariposa de color azul como los ojos de Elizabeth Taylor, my taylor is rich pero yo soy tan poor en estos días. Por ti Laura me perdí, ¿cómo pudimos engañar a tanta gente? ¿cómo pudiste engañarme también a mí?, picaruela, porque ya me he enterado que has abierto una cuenta en las Islas Caimán, donde descansan en algún banco los billetes que tu me robaste y que juntos robamos a aquél tipo que le robaba al Estado, y en estado de coma, punto y coma me quedé cuando comprendí que te habías marchado con todo ese dinero y ahora vives con un jovencito musculoso en el sur de la Florida. Florinda la chabacana, la que nunca estuvo en Copacabana, la del rey de oros y sábanas blancas, jamás usó una sartén, es vegetariana y siempre pide ensalada de fruta de postre y de prepo se queda con la propina cuando el camarero se distrae, pero de popa y de proa todo su body está muy bien, es un ejemplo de curvas y esdrújulas. Leamos juntos el periódico, releamos nuestras cartas de amor, pero tú callada, que hoy no quiero oír hablar de tus bobadas. Tamara, si yo te amara estaría loco de atar y basta ya de lágrimas y basta de aceitunas camarero, me pone usted un platito de almendras tostadas, van mejor con el whisky. Y las joyas que lleva aquella señora son tan falsas como los títulos nobiliarios del pintamonas que está con ella que va de sangre azul pero tiene sangre de horchata. Que pesadito que es usted, ya le he dicho que no me cobre, aun tengo para rato camarero, cobra, víbora, serpiente, bobina. Bibiana la de la liana, ¿cómo estás?, prometo que te llamaré en cualquier momento, te lo juro con perjurio, descuida, tu eres la primera de la lista, listilla, cuidaras mis intereses, jotas, eles y erre que erre no me distraigas con tus sermones. Iré preso si continúo con estos negocios turbios, me lo han advertido los del juzgado, por eso ni como, ni duermo, ni hablo. Bloqueado tengo el tiempo, el corazón también y yo he pedido otro whisky pero el de la barra se hace el sueco y mira hacia otra parte. Anteayer te vi pasar en brazos del señor ministro y no me saludaste, ni un hola ni un adiós Susana, que mal estuviste, ya hablaremos otro día, ahora estoy ocupado con estos clientes en otro tema inmobiliario, pero no me fío, ellos no se fían, ya nadie se fía. Rigoberto se llama el más alto y tiene un tic que me pone nervioso. Tu llámame cuando puedas, yo hago de todo para olvidarte y por quitarme este dolor de muelas. Un forofo madridista pide la séptima copa de cerveza helada y una octava y luego la novena. ¡Qué bonita es tu mirada!, le digo yo algo pasado de rosca a la monumental mulata que está sentada a mi vera, sé muy bien lo que estás buscando, ya te veo venir, picarona, quieres un tet-a-tet conmigo y yo te voy a merendar ñam ñam a mordisquitos y una taza de té para ti y otro whisky para mí. Te voy a tratar como a una reina africana, artista de barra, hechicera de fuego. Pero resulta que la muy estúpida se va mirándome con asco y sin dirigirme la palabra.

La puerta giratoria del local es una ruleta de gente que entra y sale. ¡Hagan juego señores!, ¡no va más!, ¡veintitrés, rojo, impar! Que nó, le digo una vez más al camarero, no sea usted pesado, no voy a pagar hasta que sirva el whisky que me debe. Entraba en el salón el aire fresco de la noche, salía gente apurada, hombres cansados, viejas envueltas en abrigos sintéticos, prostitutas despidiendo perfume barato. Entró la realidad con una capa negra, entró también el miedo con el tiempo vestido de venganza. Y como nó, con todo el horror de mi persona, como una estrella entraba ella, acomodándose la faja y la vida en el salón repleto de fantasmas y fracasados cortados por el mismo sastre. Si las miradas cortaran, la tuya sería una navaja bien afilada, le digo a la mujer baja que me mira. Petisa, peseta, gordita, rechoncha, la Cruela de Ville que me tiene atrapado desde hace años. Ya estoy buscando en un bolsillo una tiza para escribir en el pizarrón invisible tu nombre que hace un rato que quiero recordar, Luisa ¿verdad?, ¿María del Carmen?, ¿Angelita? Y tu vas y me gritas muy gritona ¡tarambana! ¡acabado! ¡mentiroso! Y yo, yo desolado claro está, consternado, sin apenas reacción y confundido por tu juego de palabras directas llenas de indirectas, solo alcanzo a decirte que no te doy nada de lo que quieres, nudista, lista, estilista, si no me das tu nombre. ¿Estelita entonces es tu nombre?, ya te noto algo molesta, algo iracunda, anaconda, demente, prepotente, tan inmaculada. ¡Ahhhhhh!, pero ahora caigo, claro que sí, pero si tu eres Inmaculada Pérez García, cuánto tiempo sin verte, perdí tu número de teléfono y no sabia donde localizarte, perdona que no te presente a mis amigos, pero con tanto jaleo, bombón, no se escucha ni se entiende nada. ¿Que qué me dices? ¿qué eres mi esposa? ¿desde cuando? Otra ronda, camarero, rápido, otra ronda, que ya llegó la hora, la hora insolente, los minutos marcados, el destino repartido con torpeza y las segundas partes nunca fueron buenas. ¡Vámonos de esta pocilga Gregoria! grita su hermana como una posesa y entonces suenan al mismo tiempo todas las sirenas, la de una ambulancia, la de los bomberos, tiemblan las alarmas, ¿vendrán a salvarme…?

Señor, vamos a cerrar, son ciento cincuenta y seis euros con lo de las señoras y los tres caballeros que usted insistió en invitar. Camarero, yo le aseguro que no he pedido la cuenta, cincuenta y seis son los años que tengo, quédese con los cien y deme una aspirina. Nina y nadie mas que Nina sabe hacer tan bien el arroz con leche me quiero casar, ñatita, bonita, caipiriña, caipiroska, rosca con tornillo, roscón de reyes, Natividad, mi querida Nati, la glotona, flanes, natillas, pastillas de mentolín lin lon, astillas, malcriada, brujita, chiquilina. Lina, pestañita de mis ojos, yo bien gracias, como siempre, en el ojo del huracán. Aparece Sarita, lo que se da no se quita y yo me quedaré con la cama, la almohada, el edredón, y tu te quedas cariño con tu corpiño, con tus pantuflas y tu horrible camisón… Dove, inglesita, mi amor con nombre de jabón, tonterías, espuma serías, como las rías que van al mar. Marta, tu nombre es Marta, Martita, la ratita, hartita de mi, de mis promesas, de mi mala memoria, ¿qué vienes con dos amigas? pues claro que me acuerdo de Mirta, Mirtita, latitita de cerveza, tararí, Rintintín, tilín, tilón, trocito de algodón, que puedo decirte yo que ya no sepas, pastel de chocolate, saldré de este lío como siempre, corriendo, en bicicleta, en metro, en autobús. Y tu debes ser la perdida de Damiana, diamante, brillante, té con leche, Che Guevara, vara, lanza, flechas que me arrojas como dardos. ¿Pero ya os vais?, vale, ya nos veremos otro día. Diana se queja, dice que tengo las manos largas y se va a la otra punta de la barra. No me esperes Rosalinda de cara, de muslos, de cintura, los años cicatrizarán las heridas y te harás fuerte, y tu Leonora, tu, tu ya no crees en mí, también has venido a despedirte o a pedirme que me pudra en el infierno, ojo que no está el horno para bollos, pero no importa, también te quiero, a la una, a las dos y a las tres, a todas, odas, cantos, tosen ellas, ellas todas, Dasy, mi rubia desenfrenada nacida en Nevada, con esa boquita de pitiminí y una minifalda que quita el hipo, ¿haw are you?, yo very well, como siempre, con Manuel y unos amigos de lo ajeno, pero que mas da si no te enteras de nada, a ver si aprendes mi idioma. Inmaculada, por cierto, ¿tienes hora? ahora que te veo, siempre te recuerdo, antes y después de que me dieras esta mañana los cien euros para ir a hacer la compra. ¿Que donde estuve toda la tarde? ya te lo dije, estuve en la oficina, cine, cena, drama, comedia, medias de seda, cama de agua, motel de carretera, pecados entre sábanas, sauna con champán. ¡Sorpresa! ¡Sorpresa!, que los cumplas muy feliz, pero que desliz, si no eres tú la que cumple años. ¿Que quién es esta fulana que está conmigo? ya te lo he dicho, una compañerita del trabajo, y ahora déjame en paz con Maripaz, simpática, rica, muy pero que muy rica, billetes, billetitos, papelitos de colores. Y tú con la arpía de tu hermana sigues y sigues pinchando, tus palabras pican como abejas, como tarántulas, como escorpiones, ¡pero como puedes ser tan mal pensada!, so pesada, esta señorita se llama Maripaz y es la hija del jefe, le estoy dando clases de matemáticas, de inglés, de anatomía, yo qué sé, cariño, tú qué quieres ¿qué te mienta? Sí, tú, tú siempre tan desconfiada, si sabes bien que eres la única mujer en mi vida. ¿Y de qué orgías me habla tu hermana? Con esa cara de antigua, mala cristiana, tan fea y bigotuda, horrorosa, asquerosa y mala pécora. Y ahora, si no os importa, os vais las dos con viento fresco que tengo mucho trabajo y fiestas que guardar.

Un amor en cada puerto, un sapo en cada jardín y yo como todas las noches dándome un festín. Te voy a tratar como a una diosa, morenaza, quítame las penas con esos morritos pintados de rouge peligroso, pídeme lo que quieras por esa boquita de piñón, porque mira que te sienta bien ese conjuntito de azafata. ¿Una estafa? me pregunta ella toda acalorada, pobrecilla. No mujer, yo nunca haría algo así, solo pensaba en voz alta, pero hazme reír hasta que me muera, salamandra, camaleona, no te dejaré que subas al avión si no me aceptas una copa, reina de la noche, ¿cuál es tu nombre?, ¿Isadora? ¿de verdad?, no lo creo, tienes cara de otro nombre. ¿Tu sabes guardar secretos? porque yo tengo muchos secretos que te voy a contar si no me sacas otra vez la lengua, que traviesa…

Señor Martínez, mire usted, su tarjeta, y el que avisa no es traidor, está cancelada, vamos a cerrar, tendrá que pagar en efectivo.

Ole con ole, vaya monada, se le ve la enagua a la de Nicaragua, ya no cae más agua, ha dejado de llover y yo quiero otro trago, yo quiero beber. Oiga camarero, le parecerá extraño, pero me parece ver una multitud que llevan un buen rato alborotada en esa esquina, fíjese, fíjese bien, llevan máscaras, mascaritas, pero si son un montón de señoritas y vienen todas hacia aquí. Rita mi oculista, necesito gafas, otros ojos, te regalo mis antojos. Tengo un roto en el pantalón y no encuentro la chaqueta, hay mucho silencio en este bar. Son ciento cincuenta y seis euros me repite el camarero en voz alta y de mala gana. Sofia, pollita, pío pío, pero… ¿qué es esto? ¿un machete? ¿acaso me quieres matar? Si yo te amo, tomemos chocolate con churros, con galletas, bizcochitos con sorpresas, con una gran orquesta que toque una bonita melodía al mediodía y luego ya veremos como sigue la cosa. Se apaga la luz, la luz de la noche, la luz de mis ojos, Luz, ¿eres tú?, sabía que eras tú, ¿quién si no? No veo las estrellas, Estrella, mi ñata, llama a mi abogado, me estoy muriendo, en serio te lo digo, me estoy muriendo de verdad, es hora de hacer testamento y yo con el traje arrugado y la corbata que no me hace juego con la sonrisa. ¿Que os hace gracia? ¿por qué esas carcajadas? ¿por qué nadie me ayuda? Vosotras, sí, todas vosotras, os juro que os he amado, a mi manera, en mi egoísmo, en mi soberbia, en mi torpeza. Pero os he amado siempre, palabra de boy scout. ¿Me muero o me mareo? Sí, me mareo. No, me muero. Me mareo. Me muero. Todo me da vueltas, entonces no me muero, estoy vivo, no me gusta la oscuridad, odio la nostalgia, le tengo miedo, no me apaguéis la luz, la luz del amor que siempre he buscado pero que nunca he conseguido guardar.

Señor Martínez, vamos, señor Martínez, le dice el dueño del bar, haga el favor de marcharse, es muy tarde ya. Mañana pagará la cuenta. No queremos tener otro altercado como el de la semana pasada, ya sabe como se pone su señora cada vez que la llamamos a estas horas y tiene que venir a recogerlo. El camarero de mala manera le señala la puerta y por ella sale haciendo eses Don Jesús Solís Martínez ajustándose la borrachera y silbando una ilusión. Y como cada noche, recorrerá las calles buscando otro bar, otra barra donde acomodarse para seguir bebiendo el mar de los placeres acompañado de su amiga, esa dama a la que él llama Soledad.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS