Mi destino no es contigo
A veces la vida une caminos que no están hechos para quedarse juntos. Así fue con Ana y Diego. Se conocieron en un momento en que ambos necesitaban compañía, consuelo y un poco de esperanza. Sus risas llenaron tardes vacías, y por un tiempo pensaron que eso era amor.
Pero el tiempo, sabio y silencioso, comenzó a mostrarles la verdad: no eran el destino del otro, solo una lección en el camino. Ella soñaba con crecer, con volar lejos, con encontrarse a sí misma; él, con quedarse, con la calma de lo conocido.
Un día, sin culpas ni reproches, se miraron sabiendo que el amor no siempre significa permanecer. Ana sonrió con lágrimas en los ojos y le dijo:
—Gracias por acompañarme hasta aquí, pero mi destino no es contigo.
Y así, con el corazón sereno, siguió su camino, entendiendo que a veces soltar también es amar.

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