Del eco de la vergüenza al susurro del perdón

Del eco de la vergüenza al susurro del perdón

Kurt Bendfeldt

16/10/2025

A veces actuamos sin razón… o con demasiadas razones.

Tomamos decisiones que no entendemos, decimos cosas que no sentimos, y terminamos construyendo un pequeño búnker donde la culpa repite su eco y la vergüenza nos pone candado en la boca y piedras en el pecho.

Nos quedamos atrapados ahí, en ese “bubble” invisible donde la mente castiga, el alma se encoge y el corazón apenas respira. La vergüenza puede hacernos creer que todo terminó, que no hay regreso posible, que el error nos define para siempre.

Pero la vergüenza no es sentencia: es una puerta.

Una puerta que se abre cuando la autenticidad llama por nuestro nombre, cuando el amor deja la luz encendida, cuando la fidelidad decide quedarse aun con las manos temblando.

Dios no grita desde el cielo “te lo dije”.

Dios susurra “vuelve”.

Y en ese susurro cabe toda la fuerza que creíste perdida.

Porque no se trata solo de pelear o resistir, sino de mirar de frente lo que hiciste, reconocerlo y decir: “No me quedaré a vivir en este cuarto estrecho.” La vergüenza se desarma cuando le quitamos el miedo: confesando, reparando, caminando de nuevo. El perdón —el que Dios da y el que uno aprende a darse— abre caminos que la culpa nunca conocerá.

Hoy, salgo del bubble.

Hoy elijo verdad, amor y fidelidad.

Hoy dejo que Dios me sostenga mientras camino hacia la luz.

«Los que miraron a Él fueron alumbrados,

y sus rostros no fueron avergonzados.»

Salmos 34:5

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