Cuando toca la memoria

Cuando toca la memoria

REM

06/11/2025

Cuando toca la memoria  

no hay tregua.  

Me deja la cruz en el pecho  

y yo la cargo sin fe,  

sin redención,  

sin relato que me salve.  

Río, sí.  

Pero es un llanto entrenado,  

una risa que aprendió a mentir.  

Y el silencio,  

ese sí,  

ese no sabe mentir.  

La llovizna baja  

como si supiera,  

como si me velara  

sin preguntar.  

El vino me toma,  

la noche me toma,  

y yo,  

me voy muriendo  

sin que nadie lo note.  

Hay un temblor que no se explica,  

una herida de infancia  

que no cerró,  

que no quiere cerrar.  

No por falta de tiempo,  

sino por exceso de memoria.  

Las palabras se me escapan,  

como sal sobre la piel.  

Y yo,  

una piel que ya no retiene  

ni el consuelo.  

Me voy muriendo despacio,  

sin drama,  

sin testigos,  

como mueren las canciones  

que nadie canta  

porque duelen.  

El tiempo no me escucha.  

Me arrastra.  

Me pasa por encima  

como si yo no fuera parte.  

Entonces me dejo llevar.  

Que el viento me traduzca.  

Que la ausencia me enseñe  

a vivir con lo que falta.  

Hay noches que paren verdades  

sin anestesia.  

Y silencios que me enseñan  

a nombrar lo que nunca dije.  

Pero también hay algo,  

algo que no sé nombrar,  

una música que me salva  

cuando ya no quiero salvarme.  

Y así,  

cuando la memoria me toca,  

no me defiendo.  

Me dejo herir.

  

Me dejo ver.  

Me descubro más humana,  

más rota,  

más verdad.

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