Yo pido el café para llevar.
Antisocial me llaman y sí, lo soy a veces, bueno perdón, «hater».
A veces soy la persona más sentimental y otras la más insensible del mundo pero mundial.
No te soporto, y por eso pido el café para llevar.
Pido el café para llevar, para no aguantar comentarios que no aportan o simplemente para no mantener conversaciones que no me importan, esas charlas forzadas entre compañeros que no significan nada y salen porque juntos comemos en un espacio reducido en el que nadie quiere estar ni compartir y se traduce en simplemente subsistir.
Qué pereza.
Pido un café para llevar y lo siento si sueno antisocial, pero es que me da igual.
Pido perdón por nada. Soy virgo ¿Qué puedo decir?
Amo la soledad y el silencio, encuentro la belleza en el espacio reducido, sin ruido, sin gente y sin susurros dentro.
Pido el café para llevar.
Soy de esas personas.
Miramos el móvil y nos fumamos un cigarro (vicio asqueroso que intentamos dejarlo) pero realmente no miramos el móvil, miramos a la nada y a todo, a lo cotidiano, una película constante llena de inéditas imágenes de gente que se pierde en un segundo y vemos una realidad verdadera que simplemente se, va, se aleja.
Pido el café para llevar porque a veces me quiero quedar, a veces no, y ese café dentro de un recipiente de plástico caliente es una señal de que no me voy a quedar, y la gente lo sabe.
¡Qué antisocial!
Pues sí o no, o yo que sé, el caso es que a veces no aguanto a la humanidad, no sé si te pasa o no, pero si siempre quieres quedarte, si amas a todo el mundo, felicidades porque te tienen que santificar.
Me gusta mi café para llevar.
Sólo algunos entenderán.
Un café para llevar a veces es paz, ese pequeño momento y ese espacio en el que no podemos más, respiramos y «reseteamos».
Yo pido mi café para llevar, y sí, a veces te echan más café de lo normal porque en ese vaso cabe más, pero…¿no es algo parecido a la vida?
Una bebida caliente o fría que nos hace espabilar, que disfrutamos como si fuera la fruta prohibida en un mundo de rutina.
Tenemos derecho a ese café para llevar, de hecho lo necesitamos y no nos damos cuenta, porque ese pequeño espacio, esos sorbos pequeños nos dan una efímera felicidad, y si has leído esto y has llegado hasta aquí, te darás cuenta de lo que hablo en realidad y si no te has dado cuenta, no te preocupes que ese lunes a las 8:00am lo sabrás.
Un pequeño café para llevar.
Un espacio seguro en el que estar, una pequeña decisión, un momento de felicidad que se puede traducir en algo más.
Definitivamente, si hay una frase en mi vida es «ponme por favor el café para llevar con dos de sacarina y leche de soja fría».
Ese es mi gran mensaje para la posteridad.
AMB.
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