Todo tiene que empezar de alguna manera, una amistad, una relación, una familia y así también una vida.
Nadie ha publicado aún aquel manual que nos indique lo que se debe sentir para saber que estamos listos para dejar de ser unos locos adolescentes y tomarse más enserio la vida. Y es que eso de ser adultos conlleva muchas responsabilidades que siendo hijos no las identificamos. Todo parece fácil, hasta el dolor más grande de sobrellevar parece ser un dolor de muela o la irritación de la garganta, pero ya de adulto perder un padre, madre, y peor aún un hijo no tiene forma de ser definida para expresar el caos que se forma en el corazón.
Lo curioso es que cada día a través de las decisiones que tomamos, hoy en día vivimos una realidad que se ajusta a lo que debemos aprender.
Puede ser un miércoles o un domingo, el dia menos inesperado le estamos diciendo sí, a un nueva oportunidad, para prepararnos a nivel profesional, viajar, cambiarnos de ciudad, conocer nuevas personas, probar una comida diferente, caminar por una calle sin dirección fija,vestir esa camisa o vestido que jamas creimos hacerlo o para unir nuestra vida a otra persona con quien formamos un hogar.
Entonces si, todo inicia o termina con dos letras. Porque cuando decides ser el protagonista y no el espectador, le dices sí a experimentar o construir algo diferente, y más aún cuando te cansas de vivir lo mismo y no tener vivencias diferentes le contestas con un gran no a esos hábitos que lo único que han logrado es acabar con la poca disciplina que habías construido.
La primera vez de cualquier situación en la que nos hayamos encontrado marcarán sin duda un antes y un después en la vida, por eso que la primera vez que digas sí o no a cualquier situación siempre te lleven lejos de la comodidad de mantenerte en lo conocido y rutinario.
Nota: un día cualquiera que tenía ganas de escribir…
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