La verdad, escribo esto porque no tengo el valor de contarle a nadie por lo que estoy pasando. No sé si este sentimiento de vacío, tristeza, cansancio y estrés ya no es solo un sentimiento, sino una realidad. Paso todo el día mirando el teléfono, esperando recibir un mensaje de una persona que nunca me hablaría con la intención que espero, esperando que algún amigo me diga de jugar o que me pregunten cómo estoy. Y la verdad, yo siempre diré que “bien”, aunque sea una vil mentira.
Esta sensación de vacío, tristeza y mucho más parece cada vez más común. Ha llegado al punto en que no sé si es una realidad aislada o si se está volviendo parte de mí. Ahora mismo puede que esté pasando por el momento más bajo de mi vida, pero la verdad no lo sé, porque cada día pesa más que el anterior, cada día duele más. Cada vez que pienso en la gente que ya no está conmigo, que está en un lugar mejor, me pongo a llorar en silencio.
Cada vez que pienso en la cercana realidad de perder a un ser querido, intento parecer indiferente para no preocupar a mi familia. Pero el que más se preocupa soy yo mismo: de no querer afectar a los demás desahogándome, de no parecer débil. La verdad, mi vida parece muy linda desde fuera, pero sé que la mayoría, si estuviera en mi posición, ya se habría rendido.
El sentimiento de preocupación ante la posible partida de algún ser querido por un problema notorio y diagnosticado se hace más pesado. Cada vez que intento aparentar que estoy bien, me cuesta más. Ahora, lo único en lo que pienso es en todo lo que he perdido por tonto, por no hacer las cosas. No sé cuánto tiempo más aguante; cada vez veo mi futuro más diferente al de hace unos años. ver a un ser querido pelear con la muerte me ha cambiado totalmente. Mis prioridades ya no son vivir la vida, sino sobrevivir entre todo este peso que siento dentro de mí.
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