No hacer «click»

No hacer «click»

maitane

03/10/2025

He crecido sin poder despegarme de la sensación de que soy una pringada. Siempre he sido un poco friki o apasionada. Pero ese sentimiento iba mucho más allá. No servía para nada, pero lo manchaba todo. Me comparaba. Dudaba. Me hablaba mal. Y me iba haciendo cada vez más y más pequeñita. Frágil y vulnerable. Más azul.

La vida había adquirido otro color. Un tono más frío y apagado. Triste. Melancólico. Fue así durante mucho tiempo. Verano por fuera, invierno por dentro. Sonrisas al mundo, con llantos internos. Dudaba de todo y de todos, de mí la primera. De cada estímulo que había absorbido desde pequeña, sobre todo de los que hacían hincapié por grabarme a fuego en la cabeza.

Deseaba ser como las demás. Sentirme como las demás. Más femenina. Con las paletas juntas. Con dos tetas con las que rellenar el top y unas braguitas sin los días de la semana escritos en la parte delantera. Deseaba hacer «click» en todo ese mundo. Pero con el tiempo me di cuenta de que se debía a que era el único que conocía.

Luego creces, vas a la universidad y haces nuevos amigos. Los buenos se convierten en familia, mientras que los malos hacen las maletas y se esfuman de tu vida. Hay personas con las que conectas desde el principio. Casi sin esfuerzo. Y que se convierten en hogar.

Algunos resultan ser apoyos esporádicos, pasajeros. «Personas temporales, que te enseñan lecciones permanentes». Mientras que otros confías en que te acompañen toda la vida. Todos te provocan un impacto (siempre has sido una persona muy sentida), y algo reservada, de primeras. Pero hay gente con la que te es imposible mantener las puertas cerradas. Y eso te asusta, porque tienden a salir de tu vida con la misma velocidad con la que han entrado. Arrasándolo todo a su paso. Dejándolo patas arriba.

Y de pronto un día te ves, sentada en tu salón. En medio de todo el caos. Y sonríes para tus adentros, porque siempre te ha gustado el puto caos.

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