Te hablo a ti
que aún temes al espacio que se abre
entre dos cuerpos.
Monopolio de los afectos
régimen impuesto del querer.
¿Quién nos enseñó que amar era cerrar puertas?
Negación de la negación.
Si no se deja dominar, no es tuyo,
si no arde en exclusividad, no es fuego,
si no clausura posibilidades,
no es suficiente.
Somos los rebeldes del goce.
Nos han querido normados
repetidos en novelas
decorados con roles y etiquetas
que nunca elegimos.
Nos tomamos la libertad
en la cama y en la calle
más allá de las banderas
como forma de respirarnos.
Te miro y no quiero que seas mi espejo
ni mi dueño, ni mi presa.
Tampoco mi padre
ni el rastro de una iglesia que bendice lo que anula.
Heterosexualidad monogámica obligatoria
fidelidad entendida como control de accesos
vigilancia perpetua del deseo.
Madurar es asumir nuestra responsabilidad en el juego
desmontar la mentira de que quedarse es poseer
y marcharse, traicionar.
A mí no me entregues tu vida
amor, quiero que la habites plenamente
y elijas compartirla
sin barrotes ni rendiciones.
Que la independencia jamás se confunda con abandono,
y la lealtad sea algo más que sumisión.
Quiero ser elegida sin cadenas
encontrar esa forma de quedarse
aunque la salida esté abierta
sin huir del otro cuando muestra su sombra,
tampoco cuando enciende su luz.
Si decides quedarte,
hazlo con la radical ternura de los valientes
con la mirada que no reduce
con la palabra que no quiebra.
Yo haré lo mismo.
Así, florecerá el cuidado
cariño en un pacto vivo
que se elige día a día
con todas sus consecuencias.
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