Cayó una lágrima blanca,
Que se llevaba la paz,
No me di cuenta cuando cayó,
La que seguía,
Era una lágrima verde,
Que se llevaba la esperanza.
Luego cayó la lágrima amarilla,
Que se llevaba las promesas,
Luego cayó una lagrima rosa,
Que se llevaba tu amor.
Luego cayó una lagrima roja,
Que dentro llevaba una flecha plateada,
Que llegó a mi corazón,
Partiéndolo en pedazos.
Luego cayó una lagrima azul,
Que ayudo a las otras,
A cruzar ríos y mares,
Para llegar al océano.
Por último,
Cayó una lagrima purpura,
Que representa el amor sagrado,
De mi señor Jesús,
Quien me ayudo a recoger,
Los trozos del corazón,
Y a pegarlo pedacito,
Por pedacito,
Hasta armarlo todo.
Y aunque remendado,
Seguía allí,
Atravesando el dolor,
Por las heridas.
Cada lágrima hizo su representación,
Y al unirse al azul formaron,
Un lindo arcoíris,
Que todos podían ver;
Sin entender,
Porque la luz del sol,
Amarillo y brillante se opacaba.
Caían pequeñas gotas,
Que no eran más,
Que lágrimas derramadas,
Con dolor y sabor,
A tu ausencia.
Pasaron días,
Y cada vez,
Que mi corazón llora por ti,
El arcoíris hacia su presencia,
En lo más alto del cielo,
Dejando caer lágrimas,
Con sabor a miel.
Para ver si así un día;
Una de ellas te tocaba,
Y hacías tu presencia,
En uno de los extremos del arcoíris.
Donde nunca faltan los crisantemos,
Que te guiaran a mi encuentro;
No harán falta los colores que dibujen,
En mi rostro la felicidad;
Ni tampoco salir de ese paraíso,
Donde caminaremos descalzos en la playa,
Y danzaremos bajo la lluvia;
Para luego esperar un frio invierno,
Que nos haga disfrutar,
De la nieve blanca,
Que me obligue a acurrucarme,
En tu pecho para darme calor.
No habrá más tristeza ni lágrimas,
Y ese hermoso arcoíris va a desaparecer,
Pero no de pena; si no de ilusión,
Para resguardar nuestro encuentro
Y también nuestro amor.
¿Pero cómo aremos amor mío,
Si aun no entiendo tu idioma
Ni yo el tuyo?
¿Será que nuestros cuerpos podrán danzar,
Al ritmo del lenguaje corporal
Y nuestros labios podrán sellar nuestro amor?
¡Oh amor mío!
Por fin la magia,
De tu hermosa bruja funciono
Y el poder de nuestro amor,
Fue más fuerte para perdurar,
En el corazón roto,
De cada uno de nosotros.
Mi escoba perdió su rumbo
Y la magia se perdió para llegar a ti;
Y la tuya se acobardo y no quiso,
Salir a mi encuentro.
Tanto tiempo perdido,
Tanto amor acumulado,
Se quedaron frustrados,
En algún lado, arrinconados,
Pero aun con los corazones rotos,
Siempre presentes en los pensamientos.
Pasaron los años,
Y cada uno de esos corazones,
Día a día lloraban en silencio,
Por la pérdida de ese amor.
El arcoíris,
Casi desaparece,
De tristeza,
Dejaron de caer,
Las lágrimas,
Con sabor a miel,
Y los crisantemos,
Casi se marchitan.
Ella cansada de retener las lágrimas,
Comenzó a llorar
Y caían lágrimas de todos los colores
Y con sabor a miel.
El que lloraba en frente al mar,
Al otro lado del hemisferio,
Logro oler los crisantemos,
Y como hechizado
Logro seguir el aroma.
De repente le cae una lágrima,
Con sabor a miel,
Se emocionó y siguió,
El aroma de las flores
Y las gotas sabor a miel.
Cuando llega,
Al pie del arcoíris,
El más hermoso,
Que jamás había visto.
Se acerca curioso a tocarlo,
Cerró los ojos,
Imaginando lo fantástico, que seria,
Que su amor, estuviera allí.
¡Oh amor mío!
Has llegado,
La voz melancólica,
Lo saco de su sueño.
Al abrir los ojos, encontró:
A la mujer de su vida,
De sus sueños,
De sus lágrimas,
Parada frente a él.
¡Oh bruja de mi corazón!
Por fin te he encontrado.
Ella sin poder procesar,
Una sola palabra,
Se acerca;
Lo abraza,
Y se funden,
En un solo cuerpo.
Por:
Milagro del Valle Guillen Barazarte.
Barinitas, Barinas Venezuela.
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