Blaze! Capitulo 121

Capítulo 121 – Estruendos.

En ese caso… –alcanzó a decir Blaze, levantándose también del
piso, mirando fijamente a los ojos a Knohsees, sintiendo un estruendo
no muy lejos del lugar donde se encontraban.

Knohsees se detuvo en
seco
por unos segundos, agachándose con premura
para tomar el torso de su armadura, mirando a Blaze con
expresión de apremio
.

Ayúdame a vestirme
–dijo el hombre con evidente apuro, escuchando como se desarrollaba
la batalla y esta se acercaba a ellos, entregándole la pechera a
Blaze para que lo asistiera—. ¡Rápido!

Blaze vistió a
Knohsees y este salió disparado a
la gresca, sin mirar
atrás ni esperar a las muchachas, dejándolas solas frente a la
hoguera,
pensativas.

Creo que debemos apagar
esto, no queremos que se inicie un incendio en el bosque –dijo
Blaze, viendo al hombre perderse en la arboleda.

Hmm… –respondió
Hänä con mirada inexpresiva, proyectando desde su mano un chorro de
agua captado del ambiente, apagando la fogata y volviendo a vestir su
armadura negra, recogiendo su espada clavada en el piso.

Supongo que… –dijo
Blaze, queriendo referirse a Knohsees, pero cambiando el asunto de su
intervención— …también debemos ir a la batalla.

Claro –respondió
Hänä, notando en la pequeña demora de su amiga el cambio del tema
de conversación.

Hänä salió
corriendo también, dejando unos pasos atrás a Blaze, quien se unió
a la carrera después de unos segundos de duda.

¿Será que la cagamos?
–se preguntó Blaze respecto a Knohsees, corriendo al lado de Hänä,
encontrándose de frente a las tropas de seres acuáticos que habían
visto días atrás debajo del mar.

Esta vez no solo
había seres mitad humanos y mitad peces,
sino que también
había pulpos gigantes que con sus tentáculos atrapaban a soldados
humanos y los usaban como mazas para atacar a sus enemigos,
destrozándolos
completamente después de algunos
fuertes azotes, agarrando a otros para continuar con su
ofensiva. Tiburones humanoides corrían entre los hombres, cortando
sus cabezas con afiladas y metálicas aletas pectorales, decapitando
a muchos otros con enormes
y feroces mordiscos,
llenando las calles de sangre
de los guerreros del reino de
Baal
.

¡Esto es un puto
desastre! –exclamó Hänä, partiendo por la mitad a un tiburón
con su espada de hielo, evitando ser atrapada por los pegajosos
tentáculos de los cefalópodos que avanzaban arrastrándose por el
terreno.

Blaze se quedó con
cara de que no escuchó
ni entendió lo que su amiga
dijo, levantando su pulgar para preguntarle si se encontraba bien,
recibiendo la misma respuesta de parte de Hänä. El ruido de la
batalla, entre monstruosos rugidos, gritos de agonía y valentía y
las armas que chocaban, era ensordecedor.

¿Dónde está este
tipo? –se preguntó Blaze mientras buscaba a Knohsees en la
multitud, tratando de liquidar a algunos de sus enemigos con Fire
Balls normales, pero una anormal cantidad de humedad en sus cuerpos
les protegía de los ataques de fuego, solamente recibiendo
quemaduras superficiales, dolorosas pero no mortales—. Parece que
vienen preparados especialmente para hacerme frente, ¡malditos!

Del mar emergió un
engendro parecido a los cangrejos, pero con una coraza
que brillaba como el arcoíris en el cielo, con
su torso
erguido y
una cola con secciones que
parecía
n estar hechas de gruesas armaduras de
hueso
, bajo las cuáles múltiples y
puntiagudas patas traseras sostenían todo el
peso del cuerpo. Sus potentes patas delanteras
sostenidas bajo dos grandes farolas oculares parecían desaparecer
ante sus enemigos, abollando sus pecheras y lanzándolos lejos,
matándolos con un solo golpe. Hänä vio una oportunidad de destacar
en el campo de batalla ante tan gran adversario.

¡Veamos de qué eres…!
–alcanzó a decir Hänä antes de ponerse completamente frente al
ser, explotando en miles de pedazos su espada de hielo, sacudiendo
sus brazos de manera tan violenta que, de no estar vestida con su
armadura, se habrían roto y desgarrado por el impacto—. ¡Mierda!

Hänä se refugió
para evaluar su estado, no encontrándose heridas
evidentes,
con la estructura de su armadura
casi intacta, aunque
sus brazos estaban entumecidos por la fuerza del ataque del
gigantesco crustáceo. El camarón era sensible a la magia, por lo
que notó el poder de Hänä y “pensó” en no dejarla escapar,
retrayendo su brazo
al máximo mientras una bola de luz
comenzaba a formarse en la parte filosa de su pata, lanzando una
esfera de energía candente que destruyó el refugio de la hechicera
de agua, sacudiendo los alrededores con la explosión.

Pero qué mierda…
–susurró Hänä, cubierta de tierra por el polvo que se levantó
por el inesperado ataque proveniente del poderoso crustáceo, no
quedándole otra opción que esconderse en otro lugar para ver como
proceder ante tal desafío.

Al campo de batalla
se unió Starmancer luego de resguardar a Camille dentro del
castillo, portando su metálica y brillante guadaña, blandiéndola
ferozmente contra el enorme camarón golpeador, intentando cortar uno
de sus brazos, quedando incrustada la punta
del arma en
su crujiente coraza, siendo golpeado rápidamente con el otro brazo
del animal, rompiendo el
filoso instrumento en miles de
pedazos, logrando el mago huir por los pelos del devastador ataque.

¡Maldición, que bicho
más duro! –dijo Starmancer, apartándose el cabello del rostro,
encontrándose con Hänä quien estaba observando su desempeño
ofensivo.

Un tiburón corredor
subió al brazo herido del camarón y retiró el trozo de guadaña
que quedó clavado con un mordisco, lanzándoselo a uno de los
caballeros del reino de Baal, atravesándole la cabeza con la
esquirla.

¿Y qué vas a hacer sin
tu arma? –consultó la pequeña hechicera, saliendo de su guarida,
quedando visible y a distancia de tiro del crustáceo—. Te
prestaría una de las mías, pero también la destrozó con su golpe.

Esa era mi arma para
enemigos débiles –explicó Starmancer, procediendo a invocar su
otra herramienta—. Creo que tendré que utilizar esto… ¡Scythe
Sight!

Starmancer se
abalanzó nuevamente sobre el formidable y enorme enemigo, atacando
en el mismo lugar donde clavó su
ahora destrozada guadaña,
cercenando el brazo del camarón con su
filoso hechizo,
como si hubiera desatado un relámpago fucsia sobre el animal, quien
rugió de dolor por el certero corte, comenzando a dar vueltas en el
lugar, lanzando golpes en todas direcciones, atacando tanto a
enemigos como a camaradas por igual.

El mago volvió a su
posición inicial, cerca de Hänä, viendo el desastre que había
iniciado después de amputar al animal.

Interesante
arma tenías guardada –dijo Hänä, preguntando de inmediato—. No
sé si vi bien, pero ¿la
sacaste de tu ojo?

Sí,
digamos que por cosas de la vida terminé con ciertas cosas dentro de
mi ojo y lo volví a mi favor –respondió Starmancer, sin dejar de
mirar a su ahora desbocado contrincante.

Creo
que me diste una idea… –dijo Hänä, formando un mango de espada
de hielo oscuro de cuya guarda emergía un delgadísimo torrente de
agua a presión, apuntando su recién ideada arma a una de las rocas
que levantó el maestro Bröck, logrando dividir
parte de la superficie de la
pared de piedra mientras
lentamente blandía el arma.

El agua a presión se
dispersaba al entrar en contacto con la roca, saliendo disparada a
todos lados, disminuyendo el tamaño de la delgada hoja de agua del
arma de Hänä,
debiendo acercar el mango a la roca a medida
que cortaba
.

Esto
no es muy eficiente… –observó la hechicera, dejando de emitir el
fino chorro
de agua, sentándose a pensar un momento.

Starmancer volvió a
luchar contra el camarón, el cual ahora había vuelto a sus cabales,
atacando velozmente al mago para evitar que se acercara con su
guadaña de luz, haciéndole mantener la distancia, disparando bolas
explosivas más pequeñas para demorarse menos en atacar. Por su
parte, Hänä
ahuecó el mango de la espada de
hielo
, recirculando en forma de gas el agua que se dispersaba
al momento de contactar el objetivo, volviendo a entrar al torrente
por la apertura inferior del mango, probando su nueva invención.

Esto
si es mejor, disminuye menos el tamaño de la hoja y no tengo que
estar dependiendo de extraer agua desde los alrededores para
alimentarla –dijo Hänä después de analizar el comportamiento de
su nueva espada—. ¿Cómo la llamaré…? Mmmh… ¡Creo que ya sé!

Hänä se abalanzó
contra el cangrejo, aprovechando una apertura que le dejó sin querer
Starmancer, lanzando un veloz ataque.

¡Ternary Stream! –gritó
la hechicera mientras su triple arma cercenaba el otro brazo del
manco camarón, acabando con la amenaza de sus veloces golpes,
haciendo chillar horrorosamente al mutilado animal.

Blaze observaba desde
lejos a sus dos amigos, sonriendo por su inesperada colaboración,
atacando a los peces humanoides menores que se atestaban en el campo
de batalla, esta vez con ataques más poderosos.

Veo que esos dos se
están divirtiendo allá –murmuró Blaze, lanzando bolas de fuego
explosivas a sus numerosos contrincantes, causando heridas fatales
ahora—. ¡Tomen Explosive Balls, tengo para todos de estas!

Las armas más
fuertes del
camarón habían sido inutilizadas,
pero estaba lejos de haber sido derrotado, corriendo por el campo de
batalla a toda velocidad para intentar acabar con la mayor cantidad
de enemigos que pudie
se, pisándolos con sus
puntiagudas patas, dejándose también caer para aplastar a los
desafortunados que pudieran quedar debajo de su abdomen.

¡Claro que no,
bicharraco, no te lo permitiré! –gritó Blaze, no resistiendo ver
como masacraban a los pobres guerreros del reino de Baal,
convirtiéndose en salamandra.

Blaze acumuló
presión en sus patas traseras y cola, dejándola salir
repentinamente como una
poderosa explosión para salir
disparada como una bala
de cañón, impactando el torso
del camarón antes de que se levantara del piso y pudiera evitar el
ataque, atravesando su cuerpo con un golpe de puño, cayendo en el
agua del océano por la excesiva fuerza que utilizó en su
explosivo
impulso
, emergiendo del agua entre vapores producidos por el
calor de sus incendiarias patas.

Te lo dije –dijo Blaze
con orgullo mientras miraba su obra recién lograda, colapsando el
camarón ante su propio peso, siendo vitoreada por los hombres que
rodeaban al animal muerto.

Blaze fue
repentinamente flanqueada por dos nuevos camarones gigantes que
emergieron parcialmente del agua, sintiéndose observada desde atrás
por sus enormes orbes oculares, corriendo del lugar para no ser
atacada
por la espalda.

Mierda, ¿es que nunca
se acaban? –se preguntó la hechicera mientras veía emerger un
tercer camarón justo frente a ella, posicionándose para enfrentar a
los brillantes seres y así evitar que llegaran al centro del campo
de batalla, esperando minimizar las bajas de los seres humanos.

Los camarones se
ordenaron, topando sus tres “colas” en formación triangular,
consolidándose su orden por la incorporación de uno de los pulpos
gigantes que los unió, sentándose sobre el acoplamiento abdominal
tripartito, rodeando sus tres torsos con sus tentáculos para darles
estabilidad, agarrando con sus apéndices restantes armas y otros
objetos olvidados en el campo de batalla, moviéndolos con ritmo
sinuoso y provocativo, procediendo a apuntar hacia arriba su zona
rectal para expulsar oscura tinta que formó una tenebrosa neblina
que obstaculizó la visión de los guerreros humanos. Los demás
pulpos también aportaron su tinta para oscurecer el ambiente.

¡Supongo que tendremos
que hacernos cargo de eso! –exclamó Blaze a Starmancer y Hänä,
invitándolos a unirse para enfrentar la colosal conformación,
escuchando nuevos estruendos provenientes del mar.

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