Voy en un tren que avanza sin rumbo, los rieles cantan un eco antiguo, y yo, sin mapa ni certeza, me dejo llevar por el murmullo del acero.
No sé a qué destino me guía, no hay estaciones escritas en mi corazón, tan solo el deseo de llegar a un lugar donde el alma pueda descansar en silencio.
Viajo sin maletas, sin pasado, con los bolsillos vacíos y la mirada abierta. La ventana me regala paisajes que cambian como los pensamientos: montañas que parecen suspiros, ríos que corren como mis dudas, y cielos que me abrazan con su inmensidad.
No busco oro ni certezas, solo un rincón donde mi mente pueda dejar de correr, donde el aire no pese ,donde la calma sea tan simple como respirar.
Quizás el tren me lleve a un valle olvidado, quizás a un pueblo donde nadie me conozca, o a un horizonte donde el sol muera lento y nazca una esperanza nueva.
Voy sin prisa, sin el miedo de no saber, porqué a veces lo importante no es llegar a un lugar, sino dejar que el viaje nos devuelva la paz que perdimos en el camino.
– cams
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