Se acaba el verano,
llega septiembre
y con él vienen
los días frescos y apetece lumbre.
Atrás quedan los viajes
a playas abarrotadas,
visitas al pueblo
y días de piscina o río.
Se marchan los días interminables,
el calor abrasador,
los cerrados por vacaciones
y las calles vacías de las grandes ciudades.
Se marchitan amores de verano
dejando su aroma de pasión y desengaño
en pieles que ahora se ocultan bajo un sol más liviano.
El niño vuelve a la escuela
en la universidad se llenan de sueños las aulas
las duquelas hacen llorar a la guitarra
humea el café caliente en la mesa.
Se marcha el verano como tantos otros ya se marcharon,
como flor de un día,
como aves migrando,
y llega septiembre
como agua de mayo.
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