Cuando nacemos somos 

un lienzo en blanco

sobre el que plasmaremos

La historia de nuestras vidas.

Algunos niños se crían

como príncipes dueños de todo,

seres especiales que merecen

el amor de una princesa perfecta

y que tendrán que luchar contra todo y contra todos, ya que,

ellos son los elegidos y

los únicos capaces de amarla 

y hacerla feliz.

Como si el resto fuesen malvados enemigos

que quieren robar su posesión,

movidos por el único deseo de verles sufrir.

Algunas niñas se crían como princesas

que deben ser adoradas, rescatadas y protegidas por un príncipe

que caerá rendido ante su belleza,

sin más valor que sus atributos sexuales

ni más que aportar que las expectativas amorosas.

Después, la vida ejercde de maestra,

aporta un contexto real al cuento y entonces:

Los príncipes viven estresados

porque hay millones de príncipes y nadie los preparó para ello,

siendo además castigados por luchar con sus competidores.

Las princesas viven encorchetadas

esperando un rescate que no llega,

una protección imposible

y una felicidad que sólo pueden proporcionarse ellas.

El príncipe vive frustrado porque no es el único

y la princesa,

presta atención a otros príncipes.

La princesa vive frustrada 

porque el príncipe 

no cae a sus pies

y corteja a otras princesas.

Las expectativas fracasan 

la frustación los distancia

los ecos alzan banderas de guerra,

la soberbia recrudece la batalla.

Quizás sería mejor 

para los lienzos en blanco

Que otros lienzos 

no los contaminaran

y plasmasen, sin idea preconcebidas

sus historias propias, 

a su manera.

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