Esta es la historia de una alcancía: en la que solo monedas de 500 y 1000 había.
Hermosas y llamativas se veían por el inmenso valor que tenían.
Pero entre ellas una de 50 pesos perdida se sentía.
Su valor era insignificante y por su tamaño así se veía.
Tenía características llamativas, pero muy pocos las percibían.
Era tranquila, solitaria.
y con poca necesidad de compañía.
Confiada, curiosa, independiente y resiliente…
Era diferente Y sabía que de esa alcancía pronto saldría.
Que eran las de 500 y 1000 las que la atención atraían.
Eso poco le importaba porque su valor conocía y no se exigía dar lo que ella no podía.
Sabía que su verdadero valor se lo daba la necesidad y el corazón.
Que para quienes muy poco tenían para completar, ella servía.
Que su valor era único porque cambio para ella no había.
Que ser 50 pesos era su nominación y eso no le restaba valor.
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