
El Perfume de la Desilusión
Por Isabella Moretti
SINOPSIS: En la era de las conexiones digitales, Isabella se enamora de Mateo, un hombre que parece perfecto, un príncipe encantador que emerge de la pantalla de su celular. Pero el aroma de su perfume, que primero la embriaga, pronto se convierte en el hedor de la mentira y el engaño. A través de un romance clandestino y lleno de altibajos, ella descubre que la realidad puede ser mucho más amarga que cualquier fantasía, y que la verdadera felicidad no se encuentra en las promesas vacías, sino en la paz que nace del respeto propio.
Capítulo 1: El Aroma de un Desconocido
Lo conocí por las redes sociales, un mundo de fantasía donde las palabras construyen castillos y los perfiles son máscaras cuidadosamente elegidas. Hablábamos sin parar, y pronto el universo virtual se nos quedó pequeño. Queríamos vernos, tocar esa conexión que sentíamos a través de una pantalla.
Un día, mi teléfono sonó. Era él, Mateo. Me dijo que quería verme en persona, que sentía que algo faltaba, esa chispa física que nunca habíamos explorado. Le di la dirección de mi trabajo. Estaba nerviosa, con las manos temblando mientras terminaba de atender a mis clientes. Salí a la puerta y lo vi. Mi corazón se desbocó, estalló en mi pecho. Me puse tan nerviosa que empecé a sudar frío. Era bellísimo, más de lo que podía imaginar.
Le pedí que pasara y me esperara, y en cuanto cruzó la puerta, su perfume invadió el local. Era un aroma delicioso, embriagador, que me hacía sentir aún más ansiosa. No podía concentrarme. Él me miraba, y entre más me miraba, más nerviosa me ponía.
Cuando por fin terminé, nos fuimos a tomar un café. En el camino, hablamos de todo lo que habíamos conversado por mensaje. Recordé una vez que le había dicho que sus labios me parecían provocativos y que me gustaría probarlos. Cuando llegamos, me miró y me retó a hacerlo. La timidez me invadió, no supe qué hacer, así que le propuse caminar.
En un parque, me jaló y me robó un beso. Desde ese momento, mi vida cambió.
Capítulo 2: El Espejismo de la Felicidad
Nuestra relación se construyó sobre ese beso. Pasaron tres meses de pura felicidad, o eso creía yo. Le hacía videos cada mes, me preocupaba por él, le preguntaba si había comido, qué hacía, si estaba bien. Él trabajaba cerca, y a menudo iba a visitarlo.
Vivía en mi pueblo, pero los fines de semana se iba a otro lugar, «a ver a sus hijos», me decía. Lo raro era que cada vez que se iba, desaparecía. No me contestaba el teléfono, se molestaba si lo llamaba, y la comunicación, que era tan fluida cuando estaba conmigo, se volvía inexistente. Cuando estaba cerca, me decía que le encantaba hablar conmigo hasta tarde, pero cuando se iba, todo cambiaba.
Las peleas empezaron a ser constantes. Un domingo por la noche, me cansé de no poder comunicarme con él. Lo llamé una y otra vez, pero no respondía, a pesar de que estaba conectado en WhatsApp. Al día siguiente, el lunes, lo llamé al mediodía. Me preguntó si se me había olvidado que éramos novios. Le dije que una relación era de dos, y que el amor se demostraba. Discutimos, y él me acusó de ser celosa.
Le pregunté qué había hecho el fin de semana. Me dijo que se había acostado temprano, pero yo sabía que había estado en línea hasta las 4 a.m. Las mentiras se sucedieron: primero que sus amigos lo llamaron, luego que era una llamada perdida, después que su jefe. Tantas mentiras me llevaron a una conclusión devastadora: nuestra relación no era estable.
Decidí terminar con él. Me dijo que ojalá no me arrepintiera, pero yo sabía que, aunque la decisión me estaba matando por dentro, era lo correcto. Prefería el dolor del desamor a la agonía de las dudas. Lloré por tres meses, pero me negué a seguir sufriendo.
Capítulo 3: La Verdad Detrás de la Máscara
Habían pasado tres meses de la ruptura cuando empecé a salir con alguien más. A los pocos días, me lo encontré saliendo de mi trabajo. Me dijo que necesitaba hablar conmigo, que tenía que decirme algo importante. Acepté, y nos sentamos en un parque.
Me dijo que me extrañaba, que me quería y que me amaba. Me pidió una oportunidad, prometió cambiar, ser más atento y cariñoso. Me sentí nerviosa, pero no podía traicionar la confianza de la persona con la que estaba. Le dije que no, que tenía pareja.
Fue entonces cuando la verdad salió a la luz. Pensó que mi rechazo se debía a que su hermano, un gran amigo mío, me había contado algo. Le dije que no, que su hermano no me había dicho nada. Entonces me confesó que su mujer había encontrado mis mensajes en su teléfono.
«¿Su mujer?», le pregunté, confundida. Me dijo que seguía con la madre de sus hijos. Me sentí engañada, traicionada. Le dije que la decisión de ser «la otra» tenía que haber sido mía, no suya. Que si hubiera sido sincero desde el principio, las cosas hubieran sido distintas.
Desde ese momento, no quise saber nada más de él.
Capítulo 4: El Nuevo Camino
Pasaron cuatro meses. Lo veía pasar por mi trabajo, me lanzaba besos o buscaba excusas para entrar. Volvimos a hablar, y aunque yo ya había terminado con mi pareja de ese momento, empecé a salir con otra persona. Con él, me veía a escondidas.
Un día, me dijo que se iría del país y me invitó a irme con él. Le dije que no. Por dentro, sabía que esa decisión solo me traería más sufrimiento, más decepción. Yo quería algo estable, alguien que me valorara y me respetara. No podía seguir con alguien que me había demostrado ser inestable.
Ahora, él está en el mismo lugar que yo, pero yo estoy con otra persona. Un hombre que amo y que me respeta. Él me sigue buscando, me escribe, me dice que quiere formar una familia, que no ha conocido a otra mujer como yo. Dice que quiere una oportunidad, pero yo no la quiero.
Estoy bien. Tengo la tranquilidad que siempre busqué, una relación segura y estable. Alguien que me ama y a quien yo amo. Mi historia no terminó con lágrimas, sino con paz.
Enseñanza: En ocasiones, el perfume de la desilusión es la única fragancia que nos permite oler la verdad y reconocer que merecemos el respeto y la honestidad que nos brindan la paz que siempre anhelamos. El amor verdadero no es un secreto, una mentira o una excusa, sino un refugio de seguridad y respeto mutuo. A veces, la persona que creíamos que nos daría la felicidad, es la que nos enseña a buscarla en otro lugar, a enconEl Perfume de la Desilusión
Por Isabella Moretti
SINOPSIS: En la era de las conexiones digitales, Isabella se enamora de Mateo, un hombre que parece perfecto, un príncipe encantador que emerge de la pantalla de su celular. Pero el aroma de su perfume, que primero la embriaga, pronto se convierte en el hedor de la mentira y el engaño. A través de un romance clandestino y lleno de altibajos, ella descubre que la realidad puede ser mucho más amarga que cualquier fantasía, y que la verdadera felicidad no se encuentra en las promesas vacías, sino en la paz que nace del respeto propio.
Capítulo 1: El Aroma de un Desconocido
Lo conocí por las redes sociales, un mundo de fantasía donde las palabras construyen castillos y los perfiles son máscaras cuidadosamente elegidas. Hablábamos sin parar, y pronto el universo virtual se nos quedó pequeño. Queríamos vernos, tocar esa conexión que sentíamos a través de una pantalla.
Un día, mi teléfono sonó. Era él, Mateo. Me dijo que quería verme en persona, que sentía que algo faltaba, esa chispa física que nunca habíamos explorado. Le di la dirección de mi trabajo. Estaba nerviosa, con las manos temblando mientras terminaba de atender a mis clientes. Salí a la puerta y lo vi. Mi corazón se desbocó, estalló en mi pecho. Me puse tan nerviosa que empecé a sudar frío. Era bellísimo, más de lo que podía imaginar.
Le pedí que pasara y me esperara, y en cuanto cruzó la puerta, su perfume invadió el local. Era un aroma delicioso, embriagador, que me hacía sentir aún más ansiosa. No podía concentrarme. Él me miraba, y entre más me miraba, más nerviosa me ponía.
Cuando por fin terminé, nos fuimos a tomar un café. En el camino, hablamos de todo lo que habíamos conversado por mensaje. Recordé una vez que le había dicho que sus labios me parecían provocativos y que me gustaría probarlos. Cuando llegamos, me miró y me retó a hacerlo. La timidez me invadió, no supe qué hacer, así que le propuse caminar.
En un parque, me jaló y me robó un beso. Desde ese momento, mi vida cambió.
Capítulo 2: El Espejismo de la Felicidad
Nuestra relación se construyó sobre ese beso. Pasaron tres meses de pura felicidad, o eso creía yo. Le hacía videos cada mes, me preocupaba por él, le preguntaba si había comido, qué hacía, si estaba bien. Él trabajaba cerca, y a menudo iba a visitarlo.
Vivía en mi pueblo, pero los fines de semana se iba a otro lugar, «a ver a sus hijos», me decía. Lo raro era que cada vez que se iba, desaparecía. No me contestaba el teléfono, se molestaba si lo llamaba, y la comunicación, que era tan fluida cuando estaba conmigo, se volvía inexistente. Cuando estaba cerca, me decía que le encantaba hablar conmigo hasta tarde, pero cuando se iba, todo cambiaba.
Las peleas empezaron a ser constantes. Un domingo por la noche, me cansé de no poder comunicarme con él. Lo llamé una y otra vez, pero no respondía, a pesar de que estaba conectado en WhatsApp. Al día siguiente, el lunes, lo llamé al mediodía. Me preguntó si se me había olvidado que éramos novios. Le dije que una relación era de dos, y que el amor se demostraba. Discutimos, y él me acusó de ser celosa.
Le pregunté qué había hecho el fin de semana. Me dijo que se había acostado temprano, pero yo sabía que había estado en línea hasta las 4 a.m. Las mentiras se sucedieron: primero que sus amigos lo llamaron, luego que era una llamada perdida, después que su jefe. Tantas mentiras me llevaron a una conclusión devastadora: nuestra relación no era estable.
Decidí terminar con él. Me dijo que ojalá no me arrepintiera, pero yo sabía que, aunque la decisión me estaba matando por dentro, era lo correcto. Prefería el dolor del desamor a la agonía de las dudas. Lloré por tres meses, pero me negué a seguir sufriendo.
Capítulo 3: La Verdad Detrás de la Máscara
Habían pasado tres meses de la ruptura cuando empecé a salir con alguien más. A los pocos días, me lo encontré saliendo de mi trabajo. Me dijo que necesitaba hablar conmigo, que tenía que decirme algo importante. Acepté, y nos sentamos en un parque.
Me dijo que me extrañaba, que me quería y que me amaba. Me pidió una oportunidad, prometió cambiar, ser más atento y cariñoso. Me sentí nerviosa, pero no podía traicionar la confianza de la persona con la que estaba. Le dije que no, que tenía pareja.
Fue entonces cuando la verdad salió a la luz. Pensó que mi rechazo se debía a que su hermano, un gran amigo mío, me había contado algo. Le dije que no, que su hermano no me había dicho nada. Entonces me confesó que su mujer había encontrado mis mensajes en su teléfono.
«¿Su mujer?», le pregunté, confundida. Me dijo que seguía con la madre de sus hijos. Me sentí engañada, traicionada. Le dije que la decisión de ser «la otra» tenía que haber sido mía, no suya. Que si hubiera sido sincero desde el principio, las cosas hubieran sido distintas.
Desde ese momento, no quise saber nada más de él.
Capítulo 4: El Nuevo Camino
Pasaron cuatro meses. Lo veía pasar por mi trabajo, me lanzaba besos o buscaba excusas para entrar. Volvimos a hablar, y aunque yo ya había terminado con mi pareja de ese momento, empecé a salir con otra persona. Con él, me veía a escondidas.
Un día, me dijo que se iría del país y me invitó a irme con él. Le dije que no. Por dentro, sabía que esa decisión solo me traería más sufrimiento, más decepción. Yo quería algo estable, alguien que me valorara y me respetara. No podía seguir con alguien que me había demostrado ser inestable.
Ahora, él está en el mismo lugar que yo, pero yo estoy con otra persona. Un hombre que amo y que me respeta. Él me sigue buscando, me escribe, me dice que quiere formar una familia, que no ha conocido a otra mujer como yo. Dice que quiere una oportunidad, pero yo no la quiero.
Estoy bien. Tengo la tranquilidad que siempre busqué, una relación segura y estable. Alguien que me ama y a quien yo amo. Mi historia no terminó con lágrimas, sino con paz.
Enseñanza: En ocasiones, el perfume de la desilusión es la única fragancia que nos permite oler la verdad y reconocer que merecemos el respeto y la honestidad que nos brindan la paz que siempre anhelamos. El amor verdadero no es un secreto, una mentira o una excusa, sino un refugio de seguridad y respeto mutuo. A veces, la persona que creíamos que nos daría la felicidad, es la que nos enseña a buscarla en otro lugar, a encontrarnos a nosotros mismos.trarnos a nosotros mismos.
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