Hubo una vez en un paraje perdido, en un lejano pueblo en medio de un bosque inaccesible, un lugar donde la civilizacion olvidó pasar; siguiendo el cauce de un hilo de agua que en ocaciones dejaba de verse a simple vista y al avanzar se acumulaba en un pozo que alimentaba un río y se perdía dentro de una cueva donde la luz del sol penetraba a través de las estalactitas de cristales de roca que permanecian apretados como en una enorme geoda de cuarzo.
Dentro se formaba un lago cristalino y alrededor habian arboles de gran tamaño alimetados por la composta de las hojas y las criaturas que habitaban o llegaban a través del agua que se acumulaba.
Aquí la luz del sol era tan clara y radiante en el día como estrellada y purpura en las noches haciendo un hermoso invernadero de eterna primavera desde luego que en ocasiones las gotas que se condensaban caian como un fino rocio o en una cortina de agua cantarina fresca y relajante.

La cercanía de los árboles delimitaba el lugar, un pueblito pintoresco se encontraba prácticamente en el centro y el entramado de las ramas impedía que notaran que podria haber algo extraño, la costumbre y la monotonía hacian el resto; nadie pensaba en la distribución o la forma del cielo, la soledad o el silencio.
Tenían una iglesia, una escuela, un almacén y hasta un lugar donde jugar y escuchar música, noticias. Los chismes del lugar…
Asi, este pueblo no era distinto de muchos otros incluso en su bosque, igual que en muchas partes, habitaba un monstruo. Esta peculiar criatura tenia dos cabezas, cinco brazos, cuatro piernas, seis ojos distribuidos en una sola cabeza y dos bocas con una sola hilera de 236 dientes iguales a los de un tiburon en cada una. Eso si, todas sus muelas completas, cuatro en cada una y esperando las del juicio…
Al menos eso era lo que decian los demás; ya habian olvidado quien lo vio por primera vez o quien contó sus dientes o sus brazos pero era real, los ruidos en la noche lo confirmaban y había historias de personas desaparecidas, se decia que años atrás uno o dos por semana se extraviaron y nunca se les volvio a ver se ceia que seguramente algo horrible les pasó y que más. El monstruo se los comió; también se decía que acechaba por las noches, que al no encontrar algún humano comía animales enteros sin cocinarlos, bien masticados con ropa, zapatos, pieles y huesos bolsas y todo lo que llevaran consigo.
Se enseñaba a los chicos a evitar el bosque especialmente en noches sin luna.
Si te localiza con uno de sus ojos, no tendrás escapatoria. En medio segundo ya tendrias la cabeza dentro de su gran bocaza. Cualquiera de ellas… ¡zas!… ¡Asi de veloz!!!
Por su parte el monstruo tenía sus propias dificultades con la distribucion y numero de partes corporales con los que lidiar, la primera vez que los escucho sentado en la orilla del lago enredado como siempre sin poder moverse, no lo entendió. No es que se hubiera acercado intencionalmente o que acechara, espiara o algo asi, es que a menudo al acercarse a beber agua se quedaba atrapado entre brazos y piernas incapaz de moverse por dias así entendio su lenguaje pero aun no sabia como hablar y era tan lento para desplazarse que cuando lograba ganar una pulgada ya se habia quedado solo.
Cuando entendió, lo que escucho lo dejo impávido, habia vivido en ese lugar tanto tiempo y nunca vio tal cosa… el pobre temblaba de miedo y no se movió ni para tomar un poquito de agua pero, esos extraños seres hablaban de ¿él?… de él, aún con sus 256 años 5 meses y 38 dias seguia siendo un niño; no tenia contacto con ellos, era ingenuo, no sabia nada de su forma de vida y aunque a veces jugaban muy cerca eran muy rapidos y a hasta aterradores asi que le era imposible seguirlos, ni pensar en hablar ya que de sus gargantas solo salian gruñidos o silbidos bajos como susurros de viento así que solo se sentaba a observar dejándolo expuesto y pasaban o se sentaban cerca a conversar.
Cuando estaba solo, veia su reflejo en el agua y no creía que fuera tan feo mucho menos monstruoso, se consideraba a si mismo elegante y fornido muy valiente y muy inteligente al vivir ahi en el bosque sin la ayuda de nadie.
Sin embargo a la gente le daba tanto miedo poder encontrarlo que procuraba no mirar en direccion al bosque de día y en las noches cerraban las ventanas con gruesas cortinas para no espiar con la luz de la luna pero cuando estaba muy oscuro tampoco salian por no toparse con el y… lo entendía cada vez que escuchaba ruido de pasos también se asustaba, que le dices a alguien así sin no se, incomodarlo por no querer, verlo como… ¡diferente?
El terrible monstruo era al fin y al cabo humano.
Recordaba que al nacer se vio de pronto en una cuna rodeado de otros ¿pequeños? bebes ruidosos, ¿olorosos? asustados y hambrientos.
Sus oidos eran algo delicados y su mente trabajaba rapidamente sin comprender porqué se necesitaban, porque dormian y porque lloraban porque estaban solos. El intentó pero nunca pudo comunicarse, asi que decidió salir antes de avriguar nada, muchas cosas le asustaban asi que escapo.
Ya solo en el bosque, nadie le dijo como o en donde resguardarse, cuantos años debia vivir o que debia comer asi que se las arreglaba como mejor le parecía. Afortunadamente sus dos cabezas se llevaban bien y se entendian mejor, había aprendido el lenguaje del bosque por lo que nunca estaba solo, aunque le hubiera encantado estar con alguien que le ayudara a ponese en pie ya que sus brazos y piernas… eso siempre era un verdadero lio, a menudo se enredaban y pasaba dias en el mismo lugar concentrado, entretenido en un verdadero lio.
El no sabia que en el pueblo pensaban que era un feroz monstruoso, veloz… menos mal que con sus ojos podia observar en todas direcciones y un poquito mas ya que así no era tan aburrido pero sus dientes; no eran muy útiles, siempre dolían y si esperaban que se los comiera, seguramente se quedaria sin uno sólo de ellos…
¡ni cocinandolos en sopa!
Apenas le daba para mohos, hongos y bayas muy maduras y suavecitas; a veces pensaba que se secaría y seria el arbol mas feo del lugar, veria pasar el tiempo y los vecinos seguirian pensando en el horrible monstruo que habitaba el bosque.
Todas las tardes se sentaba en una orilla del rio lo más cerca de las casas a esperar y quien sabe quizás un dia no se levantaria, permanecía con los ojos cerrados sintiendo el viento, dejaba caer sus manazas hasta tocar la tierra y cuando se cansaba se movia lentamente.
En noches de luna observaba su sombra, eperaba que se vieran brotes, hojas y porque no alguna pequeña flor. Sabia que hacia mucho tiempo que habia dejado de ser humano…

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