El laberinto de espejos

En una noche oscura y tormentosa Sophie y Eder se adentraron en un viejo y abandonado parque de atracciones en las afueras de la capital. Según iban recorriendo las ruinas de lo que en algún momento fue un lugar de ocio y diversión antes de que un terrible y nefasto incendio acabara con todo ello.

 Ignorando las advertencias de peligro se adentraron en una atracción abandonada conocida como el laberinto de los espejos, era una especie de laberinto lleno de espejos distorsionados y pasillos que parecían tener vida propia. Con cada paso que daban la sensación de desconcierto y desorientación se intensificaba.

 La infancia de Sophie fue un laberinto de emociones confusas y terribles.

Su padre, un hombre autoritario y despiadado, gobernaba su hogar con mano dura. Cada palabra que salía de su boca era un decreto y cada mirada o gesto una orden inquebrantable. Para él, el amor era un concepto ajeno y la compasión una debilidad intolerable. Bajo su sombra Sophie aprendió el significado del miedo y la sumisión absoluta. Pero la ausencia de amor no era a lo único que se enfrentaba Sophie. Su madre, atrapada en su propio mundo de silencios y de conexión emocional, apenas era una presencia en su vida. Incapaz de ofrecerle protección, se convirtió en una sombra , desvaneciéndose lentamente de la vida de Sophie.

Cuando Sophie contaba con apenas 14 años, los oscuros pasillos de su hogar se extendieron hacia el exterior, tejiendo una vez de terror e inseguridad sobre su persona. En el Instituto se convirtió en blanco de burlas y rechazo. Las palabras crueles y las miradas de desprecio se convirtieron en su compañía constante, erosionando la poca autoestima que le quedaba ya. Con el tiempo la soledad se convirtió en su única compañía envolviéndola en un manto de oscuridad que amenaza con consumirla por completo.

 En medio de esta tormenta emocional que sufría desde que tenía uso de razón, Sophie buscaba desesperadamente un refugio, un lugar donde pudiera encontrar un poco de paz y tranquilidad, pero cada intento era fallido y sus esfuerzos por encajar, en un mundo que claramente la rechazaba, solo aumentaba su sensación de alineación y desesperación. La espiral de autodestrucción en la que se encontraba inmersa se alimentaba de su dolor y su soledad, convirtiéndola en prisionera de sus propios demonios internos. Las noches se volvieron interminables, pobladas por el eco de sus pensamientos más oscuros y las sombras que bailaban en las tristes paredes de su habitación.

Una noche detrás de tanta oscuridad, un destello de luz brilló débimente en el horizonte de su existencia. Eder, una voz que en su mente había creado para darle consuelo y orientación ,se convirtió en su confidente y amigo. A través de sus conversaciones con Eder encontró el coraje para enfrentar los demonios de su pasado y abrazar la luz de la esperanza.

 Con el tiempo Sophie comenzó a redescubrir el mundo que la rodeaba, encontrando belleza en los pequeños detalles y gratitud en los momentos de paz. A medida que su corazón sanaba, también lo hacía su relación consigo misma, aprendiendo a aceptarse y amarse tal como era .

 El destino, como es caprichoso, jamás se lo iba a poner fácil . A pesar de sus esfuerzos por encontrar la felicidad, la tragedia volvió a golpear su vida. Uno de los espejos se estrelló contra ella con un estruendo sordo, envolviéndola en un estallido de fragmentos afilados y luz deslumbrante.

 Cuando la lluvia de cristales cesó y la oscuridad volvió a caer sobre el laberinto, Sophie se encontró entre los escombros, con el corazón destrozado y el alma desgarrada. Ya no oía a Eder, su amigo y confidente, ya no estaba a su lado, solo había sombras y silencio.

 Con el corazón lleno de pesar y una sensación de desamparo, Sophie cerró los ojos mientras la oscuridad la envolvía lentamente. Y así, en un último suspiro, se dejó llevar por la oscuridad que la rodeaba, encontrando paz y consuelo en él abrazo eterno de la muerte. Encontrando el descanso que tanto anhelaba, libre al fin de las cadenas que le ataba a un mundo que nunca comprendió del todo.