El umbral de los ojos soñados

El umbral de los ojos soñados

Unos ojos aparecieron en mi sueño
y con su sola mirada me hicieron cruzar un umbral invisible.

Era una puerta que siempre estuvo ahí,
en la penumbra de mi alma,
esperando ser tocada por una certeza.

No se abrió hacia afuera, sino hacia dentro.
Y al atravesarla no encontré a otro,

sino a mí misma:
la hondura de mi deseo,
la vastedad de mi fe,
la memoria antigua de lo que significa amar.

Desde entonces sé que los sueños no son fantasías,
sino llaves.
Cada uno abre un pasaje secreto
hacia territorios de nuestro ser que ignorábamos.

Y así entendí que la vida es una casa llena de puertas,
y que el verdadero destino no es encontrar a quién nos aguarda,
sino animarnos a abrir lo que en nosotros aún está cerrado.