Blaze! Capítulo 120

Capítulo 120 – Paranoia.

Mi nombre es Knohsees –dijo
Knightless Armor, renombrándose para sus interlocutoras, pero no por
un tema de ocultamiento de su identidad, sino porque no quería
recibir preguntas por no entender su otro nombre. Les dijo la verdad.

Blaze
rodeó al hombre mirándolo a los ojos, mientras que Knohsees se dejó
observar sin ninguna preocupación. No verían nada extraño en él,
ya que no lo había. Blaze se puso detrás del hombre y miró de
vuelta a Hänä, levantando los brazos y haciendo muecas
interrogativas, no entendiendo la suspicacia de su amiga.

Bueno,
gracias, Sir Knohsees por su ayuda, si quiere… –alcanzo a decir
Hänä, intentando invitar a Knohsees a comer en el castillo para
averiguar más cosas sobre él, pero el hombre expuso sus protegidas
manos al frente, deteniendo el hablar de la muchacha.

No
se preocupe, señora, debo volver a mis funciones, solo cumplo con
entregarles a su amiga –dijo Knohsees, caminando en retroceso, casi
chocando con una de las doncellas del castillo, reconociéndose ambos
y saludándose efusivamente, retirándose del castillo.

¿Era
del castillo? –preguntó Blaze, rascándose la cabeza, acercándose
a Hänä—. ¿Qué era lo raro que tenía entonces?

No
lo sé, hablemos con Claire para ver qué más nos puede decir sobre
él –respondió Hänä, mirando por la ventana al hombre mientras
salía del castillo—. Algo raro tiene, pero no sé qué es lo que
será.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Claire les contó
cómo se encontró con Knohsees y del susto que se llevó, pero desde
ese punto en adelante, la historia cambió completamente. No solo
olvidó la rechinante transformación de la armadura, sino que se
inventó un viaje en carreta y que fueron atacados por unos bandidos,
a los cuales lograron ahuyentar gracias a las artes de espada del
caballero.

Si
fuera tan hábil habría matado a alguno de los tipos –refunfuñó
Blaze, sacándose cerilla desde su oído izquierdo, soplándose la
punta de su dedo para limpiarlo—. Bastante promedio tu misterioso
chico…

Sí…
–dijo Hänä, no logrando deshacerse completamente de la duda,
manteniéndose pensativa a pesar de las palabras de Claire—. Bueno,
no me devanaré los sesos por algo que tiene fácil explicación,
pero no le quitaré el ojo de encima tampoco.

Hänä interrogó en
secreto a Claire y la revisó por todos lados, continuando con la
duda que Knohsees le producía, pero no encontró nada extraño en
ella y su discurso era inmutable, lo que les contó era lo ocurrido.
Luego interrogó a las doncellas del castillo, que persiguió por
días para ver que no se juntaran con el hombre, y les preguntó si
lo conocían. Algunas si lo conocían, otras solo lo habían visto
desde lejos. La doncella con la cual casi chocó el día que trajo de
vuelta a Claire le dijo que eran amigos desde la infancia, no los
volvió a ver juntos desde esa vez. Fue a consultar con los otros
caballeros del reino, recopiló algunas anécdotas, pero nada que lo
hiciera destacar por sobre otros. O era un don nadie que logró traer
de vuelta a Claire sana y salva o había engañado a todos de forma
mágica y repentina, eran dos extremos demasiado notorios como para
no ser uno o lo otro.

¡Me
rindo, de seguro es un don nadie y solo estoy sobre pensando!
–exclamó Hänä, tirándose sobre la mesa, una vez terminado su
almuerzo.

¿En
serio seguías con ese tema? –preguntó Blaze con desgano—. Por
eso andabas tan perdida estos días, incluso ni te diste cuenta que
salí con él una de
estas
noches
a la taberna y terminamos emborrachándonos, me contó algunas
historias de sus andanzas en batallas, nada muy destacable, la
verdad… Pero si me dijo que
reconoció a Claire como alguien de nuestro grupo, justo cuando iba
saliendo en una caravana en una misión.

Los ojos de Hänä se
encendieron de nuevo, exigiéndole a su amiga que le contara
los
detalles de
las historias, recibiendo de Blaze la misma
información que logró recabar cuando interrogó a los otros
caballeros.

Tienes
razón, nada destacable –respondió Hänä al terminar de escuchar
el relato de Blaze sobre Knohsees—. Solo un tipo de nombre raro y
nada más. Aunque es muy raro
que con solo vernos una vez reconociera a Claire cuando quedó quizá
donde abandonada después que la alejaste de acá…

¡Pero…!
–exclamó Blaze de forma
que Hänä siguiera dudando—.
No sé si es consciente de esto, pero tiene una pequeña chispa
mágica en su interior, muy leve, no es como si intentara ocultarla,
diría que
parece que no sabe que la tiene, no hay presión, solo fluye como una
pequeña y débil llama… ¿Quizá fue eso lo que te llamó la
atención de él?

Ni
siquiera sentí eso que dices, más que todo fue una reacción que
tuvo cuando Claire comenzó a “hablar en Ondina”, lo vi ponerse
nervioso, pero se calmó de inmediato. Pensé que si ocultaba su
rostro o insistía en seguir cerca de nosotros era indicativo de
algo, pero es como que decidió hacer todo lo contrario a lo que
pensé, siguió haciendo su vida como cualquier caballero del reino
–explicó Hänä, sentándose de forma correcta en su silla,
mirando al cielo del castillo, luego dirigiendo sus ojos a Blaze—.
Quizá siempre estuvo presente acá y no lo notamos, es parte del
paisaje y lo obviamos.

¿Sólo
por eso dudaste tanto de él? –preguntó Blaze con sonrisa
burlesca—. Es sólo un muchacho, estaba rodeado de mujeres, quizá
tantos de estos pares lo pusieron nervioso.

Blaze agarró sus
pechos con sus manos y comenzó a subirlos y bajarlos ante la
sonrojada cara de Hänä, mirándola con ojos incitadores.

¡Maldita
estúpida, estoy hablando de temas serios y tú lo reduces todo a
tres pares de tetas! –exclamó Hänä, arrojándole a Blaze la
jarra en la que bebió cerveza, impactándole en la frente, haciendo
retroceder su cabeza por el golpe.

¡Ouch!
–reclamó Blaze, sobándose la frente, tocándose para descartar un
chichón por el inesperado impacto—. Aunque si aún tienes dudas
sobre él, todavía podemos hacer algo…

La tarde avanzó y la
noche llegó, mostrando una nueva y brillante estrella, que en
realidad era Bhasenomot, quien fulguraba desde hace días con un
repentino exceso de poder.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Knohsees estaba
sentado frente a una fogata junto a otros “compañeros” armados,
hablando animadamente entre todos, haciendo guardia en uno de los
múltiples puntos donde pensaban podía comenzar un ataque furtivo.
Blaze y Hänä se erigieron como dos intimidantes sombras desde una
elevada roca que el maestro Bröck levantara
días atrás para
proteger el reino, mirando amenazantemente desde la oscuridad.

Ustedes… ¡Váyanse!
–ordenó Blaze a los acompañantes de Knohsees, encendiendo bolas
de fuego sobre las palmas de sus manos, iluminando su serio rostro
desde abajo, haciendo que este se viera terrorífico, asustando a los
desprevenidos hombres.

Hänä no medió
ninguna palabra, abalanzándose sobre el hombre, quien reaccionó
adecuadamente ante el encubierto ataque, desenvainando su espada para
amortiguar el golpe, notando que su arma impactó con
una espada hecha de hielo oscuro, para luego tener que esquivar las
bolas de fuego que Blaze le lanzó a quemarropa, pateando a la maga
de fuego para poder salir despedido y mantener la distancia de las
dos atacantes.

¿Así es como agradecen
que les haya traído sana y salva a la muchacha? –preguntó
Knohsees, apuntando su espada hacia el frente, viendo como las flamas
de la hoguera iluminaban levemente a las hechiceras.

Buena reacción
–felicitó Blaze, para luego intentar bajar la autoestima del
hombre—. Aunque muy débil y lenta patada, logré cubrirla y ni me
dolió.

No fue mi intención
inicial causarte daño con ella, solo alejarme –respondió
Knohsees, apuntando su arma a Hänä, buscando una reacción de la
muchacha.

¿Me estás invitando a
probar tu técnica con eso? –dijo Hänä, emergiendo desde la
oscuridad, cubierta en su armadura oscura—. No te será nada fácil
penetrar esto.

Sólo quiero saber por
qué… –respondió Knohsees, sin dejar de estar a la defensiva,
retrocediendo un paso ante el avance de Hänä.

¿Tiene que haber alguna
razón para luchar en una noche tan bella como esta? –preguntó
Blaze, desenvainando su espada y envolviéndola en un aura de fuego,
la que iluminó su severa expresión.

Si fuéramos enemigos,
ninguna –respondió Knohsees sin abandonar su postura.

¿Acaso somos amigos?
–preguntó Hänä, avanzando otro paso, mientras que Blaze encendió
en llamas su puño derecho, elevando su dedo índice como si fuera
una vela.

Hänä se detuvo. La
seña de Blaze indicaba que el poder mágico de Knohsees había
descendido a un punto casi imperceptible, uno de los casos que
pensaron podía suceder y categorizaron antes de atacarlo para saber
como continuar con su pelea de comprobación. Esta era una respuesta
común entre las personas que no sabían manejar su poder, ya que se
terminaban concentrando en su parte física y su preocupada parte
mental terminaba reprimiendo su poder espiritual, una respuesta
enteramente animal.

Hänä se abalanzó
rápidamente contra Knohsees, blandiendo su espada con violencia
según acordó con Blaze, presionando al hombre a ver si había
signos de uso de magia mientras se enfrentaban, siendo monitorizado
desde lejos por la hechicera de fuego, plantándose como una figura
amenazante que esperaba su turno para atacar, agregándole presión
mental al hombre.

Nada de ataques mágicos,
recuérdalo Hänä –murmuró Blaze, utilizando el hechizo Flow para
vigilar el flujo de energía mágica de Knohsees, no percatándose de
ningún aumento energético—. Nada, por ahora.

Después de media
hora de intercambio de sablazos, cortes y punzadas, Hänä procedió
a formar lazos de agua que se congelaron instantáneamente para
inmovilizar a Knohsees, atrapando sus dos brazos y piernas, dejándolo
sin oportunidad de defenderse,
arremetiendo con su
espada con todo su peso sobre la cabeza del hombre, deteniéndose al
ver que este no pudo hacer nada ante el ataque, produciéndole un
superficial corte en la frente al apoyar suavemente el filo de su
espada de hielo.

¿Y? –preguntó Hänä
a Blaze, sin retirar la espada de la herida que infligió en la
cabeza de Knohsees, mirándolo directamente a los ojos, escuchando la
agitada respiración del atrapado hombre.

Se fue a cero,
mágicamente desapareció, una carcasa de carne –respondió Blaze,
apagando su puño y su espada, sentándose frente a la fogata—.
Libéralo.

¿Qué? –dijo Knohsees
mientras las amarras de hielo que inmovilizaban sus extremidades se
evaporaban instantáneamente, dejándolo libre frente a Hänä, quien
lanzó lejos su espada de hielo, quedando clavada en el piso.

Tenemos que hablar
contigo –dijo Hänä, dándole la espalda mientras evaporaba
también su armadura, acercándose a la fogata, esperando las dos
muchachas a que se integrara el hombre—. ¡Ven, te dije que
queremos hablar contigo!

Bhasenomot seguía
destellando en el cielo nocturno, pero ya no era por la misma razón
que había comenzado tiempo atrás, con su esencia corrompida hasta
casi desconocerse a sí mismo.

¿Qué es lo que quieren
ahora? –rezongó con molestia Knohsees, sudado bajo su armadura,
sentándose también frente a la fogata, tocándose el corte de la
frente, mirando la sangre en su mano.

Deberías sacarte la
armadura y secarte el cuerpo o te enfermarás –dijo Blaze al
hombre, pensando en que la humedad se enfría rápido bajo las capas
de metal, sobre todo de noche.

Lo sé –dijo Knohsees
con cortante expresión—. Me cuesta sacarme la armadura.

Si quieres te ayudo
mientras te vamos contando –dijo Blaze al hombre, levantándose los
dos para empezar a quitar la armadura de encima del hombre.

Por supuesto –dijo
Knohsees, sacándose los avambrazos, tirándolos cerca del fuego para
que se evaporara el salado líquido de su interior.

Blaze ayudó a
Knohsees, dejándolo con el torso descubierto, mostrando la
musculatura del joven hombre a través de la mojada camisa que
llevaba puesta, notando pequeñas cicatrices, las que cuadraban con
los relatos de sus compañeros de batalla, heridas menores pero
visibles a simple vista.

Cuando llegaste con
Claire noté que tienes cierta cantidad de poder mágico –espetó
Blaze sin rodeos, continuando con fondo y forma—. Eso y otras cosas
hicieron que la pequeñita de allá dudara de ti, así que te hemos
estado vigilando desde ese día. El ataque de recién fue para
confirmar que no fueras algún enemigo disfrazado u otra cosa, pero
incluso ante una muerte segura no mostraste indicios de estar
ocultando nada… Lo que me lleva a las siguientes posibles
conclusiones: eres inmortal y no te importaba morir enfrentándonos,
tu “plan” podía continuar después de eso, pero tomando otra
“forma”, distinta a esta; o simplemente quedaste indefenso frente
al ataque final de Hänä y si no es por su excelente precisión
manual, ya no estarías en este mundo. Así que, nos puedes aclarar,
¿cuál de los dos eres?

Knohsees escuchó en
calma, tratando de devolver su respiración a la normalidad,
sacándose la camisa para secarse el sudor con ella, poniéndola a
secar frente al fuego, con expresión meditabunda.

Es mi palabra contra la
realidad –observó Knohsees, girando su camisa para que se siguiera
evaporando el sudor—. Supongo que no me pedirán matarme o
suicidarme para comprobar mi palabra.

Infiero que dices que no
eres inmortal –dijo Hänä mirándolo incisivamente a los ojos.

Sin embargo, hay una
tercera posibilidad –argumentó Knohsees—. Podría solo ser
poderoso, estar ocultando mi poder y no ser inmortal para nada, que
ustedes me maten o me suicide no comprobaría nada.

¡Dejarte matar en ese
caso sería la estupidez más grande del mundo! –exclamó Blaze
como una carcajada—. Sin mencionar que si ese es tu plan realmente,
te acabas de hacer un flaco favor al contárnoslo.

En ese caso… –dijo
Knohsees, levantándose del piso—. No pienso perder mi vida por
intentar desmentir sus acusaciones.

En ese caso… –alcanzó
a decir Blaze, levantándose también del piso, mirando a los ojos a
Knohsees.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS