Luz que se expande y se multiplica.

Luz que se expande y se multiplica.

¿Sabes? Mis lágrimas se han convertido en arte.

En hambre por encontrar mi destino.

El dolor que brota por mis venas es una brújula que me marca el camino.

Cada vez un poco más cerca de donde siempre debí estar.

Soy como esa tarde de domingo que no para de llover, pero que que aún así prefieres que no deje de hacerlo.

He encontrado mi don, mi pasión cuando mi habitación se quedaba a oscuras.

A oscuras y en silencio para que no me quedase más remedio que escucharme a mí misma.

Y en medio del vacío, justo cuando pensaba que ya no podía más, se encendió una llama.

Una llama que proviene del fuego que siempre tuve en mi pecho.

Fuego que alumbraba siempre a los demás, y que a veces me olvidaba de hacer conmigo misma.

Aún estoy débil pero, ¿Sabes qué? Que ya me he puesto en marcha, y que ya nada puede pararme.

Así es como se cierran los ciclos, justo cuando empiezas a andar un nuevo sendero.

Justo cuando empiezas a visualizar un nuevo horizonte.

Y sientes ese cosquilleo que te recorre el cuerpo, la emoción de pertenecer a un nuevo hogar.

Supongo que forma parte de la vida, también los días grises y los días nublados.

Sin embargo yo soy de las que bailan bajo la lluvia, y de las que corren bajo la tormenta sin temer que un rayo la aceche.

No hay nada que me apasione más que sentir la vida corriendo por mis venas, incluso cuando parece que lo tengo todo en contra.

Pero yo ya he estado aquí, ya he estado otras veces.

Siempre vuelvo a brillar más cuando mi alma más marchita debería de estar.

Supongo que vendrá en mi ADN, tener esa luz es mi esencia. Luz que no se acaba, luz que no se corroe.

Luz que se expande y se multiplica cuando se debería de apagar.

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