El camino de la simiente que piensa y se hace consciente

El camino de la simiente que piensa y se hace consciente

Balam

01/08/2025

La oscuridad se halla en todas partes, está todo a mi alrededor, por encima de mí, a los lados y también se encuentra debajo de mí, me pregunto: 

<<Acaso, ¿yo soy la propia oscuridad?>>

El frío húmedo que existe en este lugar me abate en lo profundo de mi alma, me siento inane al sentir el miedo que me embarga.

<<¿Debía seguir adelante o dejarme cejar por aquel intrincado espacio de muerte?>>
Me siento incapaz de reconocer mi naturaleza, pues arrebatada ha sido mi memoria. Poco a poco el miedo se transforma en ira.

<<¿Quien me ha puesto en esta prisión oscura y fría?>>

Quería desfogar esta ira contenida sobre el responsable de esta tortura, de pronto una palabra que se percibía como un eco lejano que se iba articulando poco a poco en mi psique, me respondió:

<<El hacedor del universo.>>

Ahí estaba el responsable de mi desdicha, quién más sino él, «el hacedor del universo» . De repente un haz de luz blanca y pura fractura mi falsa conciencia con el ímpetu de un rayo, en medio de la tormenta esclareciéndolo todo por algunas fracciones de segundo, vuelvo a la oscuridad fría y húmeda que me desgarra lentamente, pero algo había cambiado. Un filamento de luz casi imperceptible en la profundidad oscura y densa que me encontraba, surgió dentro de mí con el vago recuerdo del éxtasis de antaño del vínculo entre el hacedor del universo y mi ser, al volverme uno con él.
Pero todo era un recuerdo lejano de lo que fui. Conforme el filamento de luz se expande en un movimiento centrífugo lento, suave y casi estático; mi conciencia deviene. Entonces me hice la pregunta más importante hasta ahora:

<<Para que yo estoy aquí?>>

No lo sé, sin embargo mi percepción cambia, comprendo que yo no soy la oscuridad, que yo permiti transformarme para emular lo que se encuentra fuera de mí y solo en mi mora el poder de cejar o pervivir en medio de este lúgubre lugar ajeno a mí, a través de la libertad de escoger cualquiera de los dos caminos que se me presentaban en este momento.
A la sombra del silencio recobre mi espíritu denodado y la conciencia de lo que soy.
Regreso en sí y me percató que algo me separa de este espacio de miedo. Una envoltura ovalada, dura, rugosa con pequeños surcos que me cubre y protege.
El filamento ahora se percibe como una pequeña hebra que me deja pasmado al irradiarme una ínfima parte de éxtasis del «hacedor», mi simiente cruje y se resquebraja, siento un dolor inusitado pero placentero al llenarme de la presencia de vida del hacedor. De mi emerge entonces la radicula que se clava profundamente en el suelo que me rodea y tomó conciencia de un contacto más íntimo y profundo con la oscuridad fría y húmeda que habita ahí. Sin embargo ya no me paralizo por el miedo de habitarlo, ya no me convierto en miedo, aprendí en el pasado aunque por un vago recuerdo de antaño, que soy más que la oscuridad fría que eso no me define. Mi envoltura se fractura una vez más, el dolor ya no me es ajeno lo reconozco, pero el placer se vuelve más grande. Aquella hebra se expande en la inmensidad de aquella oscuridad con la cadencia de las estaciones. Sin más aquel dolor surge dentro de mi simiente ya destrozada e inservible, el brote desplazandose en dirección ascendente hasta que una parte muy sensible de mí es alcanzada por unos tiernos rayos de sol, en algún lugar donde el día apenas comienza, me dejo llevar por el júbilo interno que me provoca experimentar el exterior el cual desconocía por completo. El juicio se transforma en felicidad por sentir aquella calidez, por el canto mañanero de los pájaros, por el viento que sopla y el rocio que acaricia mis hojas.  Pero todo es efímero, la hebra de luz  fragmenta nuevamente mi conciencia como la fuerza de la tierra al temblar, y como un velo de la más fina seda resbalando hasta desaparecer, regreso en sí.
Surge nuevamente la pregunta que se repite como una onda de agua en mi psique:

<<Para que yo estoy aquí?>> 

Me sentía más despierto que nunca a pesar que había caído nuevamente en mi propia celada. Me convertí en la propia emoción, deje de Ser y fui entonces esa felicidad construida por conceptos vacíos de lazos rotos con «el hacedor del universo» mí entendimiento es mayor, mí espíritu crece, adujo mi existencia pues se halla en la dicotomía del «hacedor del universo», en el ojo del huracán, en el punto medio, percibir la oscuridad fría debajo de mí y al mismo tiempo estar con la calidez y luz del exterior, concluyó que vengo de un camino de oscuridad que pule lo mejor de mí para darme cuenta que existe el camino de arriba, el camino del sol. Al ser consciente de este proceso, siento como el engranaje embona en las muescas de esta energía llena de inteligencia divina que me guía de una manera o otra. La hebra de luz que sigue habitando en algún rincón de mi ser se expande y deja de ser sólo una hebra para convertirse en una grieta que abarca más espacio conforme evoluciono en mi entender de la pregunta:

<< ¿Para aquello estoy aquí?>> Continuaba repitiéndose como los cascos de una manada de caballos al galope. Sigo sin saber la respuesta puesto que mi atención divaga entre las sombras lúguriantes de gigantes maduros por el tiempo, con sus brazos tupidos por hojas en la superficie arbórea. Comienzó una lucha por reprimir esta envidia que me corroe. Me olvido por completo del vago recuerdo de antaño de lo que fui, de lo que soy y de lo que podría ser.

<<Quiero estar allá, solo eso, quiero alcanzar aquel lugar donde nunca hay sombra, donde los rayos cálidos del sol siempre acarician las tiernas hojas verdes>>

Una parte mí siente cansinamente la locura de perder la razón y por la otra parte luchando por solaparse, la cordura, me rindo, me suelto a esta dicotomía que se extiende allende de mí entendimiento. En medio de esta fatiga de espíritu y sentimiento pésaroso, escucho la pregunta:

<<¿Para que yo estoy aquí?>>

Dejó de buscar una respuesta, liberando el dominio sutil sobre la razón, me sumerjo en el hondo mar de la incertidumbre. La grieta de aquella luz blanca cristalina consume todo a su paso y por un fugaz momento la dicotomía que le daba significado a mi vida desaparece y el recuerdo de antaño se vuelve presente y el éxtasis me hincha el espíritu desbordando en avalanchas de dicha y pasión.
La pregunta se responde sola, articulada como el canto de un ángel queda impregnada en cada célula, molecula y electrón de mi ser, como el hierro y el titanio del azul zafiro.

<<Eres un árbol>>
Repitiéndose en ciclos infinitos en cada instante de mi presente continúo, en un sempiterno propósito por derramar la conciencia del «hacedor».
La memoria regresa a mí de todo lo que fuí, en imágenes y sensaciones paralelas a este tiempo y espacio sin distinción del pasado o futuro, recuerdo mi humanidad viviendo dormido en un mundo inaprensible y carente de sentido por el velo de la dicotomía con la imagen de dolor pidiendo una respuesta para entender la misma pregunta, donde en aquella memoria de vida no se respondió, pero ahora vivo la pregunta y la respuesta al mismo tiempo y en todas partes de mi conciencia como:

<<El árbol de fresno que Yo Soy>>

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