Escucho las venas palpitar de ira, mis manos sudan, mi respiración se agita como la furia de
un rinoceronte, mi cuerpo libera las sustancias más poderosas que habitan en mi alma,
mis ojos brotan el fuego que condensan mis lágrimas, el dolor se vuelve placer dentro de mi y
arremeto con mis puños llenos de odio frente a la pared donde alguna vez te besé y te hice el amor
veo que estás ahí de rodillas rogando por mi perdón, miro muy bien tus ojos y la culpa está en ti
al igual que tu arrepentimiento, siento la fuerza del mundo en mi interior haciendo volver
a mis instintos primitivos y denoto gran desesperación tuya por una perfidia que sé que no tendrá
perdón ante mi odio.
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