sombras que en mi mente están, 
llegan con sigilo,
pero nunca se van.
No sé por qué se aferran a quedarse,
a danzar entre mis pensamientos
como ecos que no saben callar.

Llega la noche.
Mi almohada, cómplice silente,
me susurra al oído
como si guardara secretos
que aún no estoy lista de querer oír.

Imagino el mar
olas que vienen y van,
intentando calmar la tormenta
que llevo dentro,
mientras, en el horizonte,
la tempestad no se asoma 

pero sé que vendrá.

– Cams

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