Doce partidos. Ocho empates 0-0. Tres triunfos por la mínima. Un solo equipo logró hacer más de un gol. Esa es la radiografía de la fecha 3 del fútbol argentino. Un torneo que, por ahora, ofrece más bostezos que emociones.
Cada fecha se repite el mismo patrón: partidos trabados, sin ritmo, sin emociones. Equipos que se cuidan más de no perder que de salir a ganar.
Jugadores sin creatividad, sin cambio de ritmo. Y técnicos que parecen más enfocados en sostener el cero que en construir una identidad.
Se puede decir que las canchas están mal, que hay poco tiempo de trabajo, que los calendarios son apretados, todo eso es cierto. Pero también es cierto que lo que se ve en cancha es pobre y preocupante. Muy pocos equipos proponen algo distinto. Muy pocos se atreven a jugar.
Esta fecha 3 no es una excepción: es un reflejo. El nivel del torneo viene cayendo hace años. Se venden jugadores cada seis meses, se improvisa en los mercados de pases, se nombra y se despide entrenadores en ciclos cada vez más cortos. Así es imposible construir.
El espectador se encuentra con partidos sin alma, con un fútbol lento, previsible, sin sorpresa. No hay goles, ni ideas, ni intensidad. Los encuentros son cada vez más pobres, más chatos y más difíciles de mirar.
Pero este nivel no es casual: es consecuencia directa de cómo está manejado el fútbol argentino.
Más que resultados, se necesita nivel. Y eso no se consigue sin planificación, seriedad y una conducción firme.
Porque esto no es solo responsabilidad de los clubes, es también, y sobre todo, de los dirigentes. Mientras los clubes se desarman cada seis meses, el torneo cambia de formato todos los años y no hay un solo proyecto a largo plazo que se sostenga.
Y en la cima de todo esto está Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de la AFA, que desde su lugar de poder parece más enfocado en sostenerse políticamente que en mejorar el producto. Mientras la Selección Argentina brilla a nivel internacional, la liga de los campeones del mundo se desangra. Y nadie, ni él ni sus aliados, da respuestas.
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