Rodrigo De Paul es nuevo jugador del Inter Miami. Y aunque el anuncio vino con la ilusión de compartir cancha con Messi, la decisión deja una sensación extraña.
Porque De Paul, el motor de la selección Argentina, con 30 años y varios años de buen fútbol por delante, eligió cerrar la puerta de Europa mucho antes de lo que imaginábamos.
Después de una etapa irregular en el Atlético de Madrid, donde nunca terminó de afianzarse como titular indiscutido, tenía opciones para seguir en la élite. Pero eligió otra cosa.
Eligió mudarse a la Major League Soccer, una competencia claramente inferior en intensidad y nivel. El argumento más fuerte que se escucha es que esta elección responde a un plan a largo plazo: prepararse en las canchas donde se jugará el próximo Mundial. La idea es adaptarse al clima, al terreno y a la exigencia física del torneo más importante que tiene por delante.
No está mal desde el punto estratégico, pero tampoco se puede maquillar lo evidente: De Paul se va a una liga menor, con menor exigencia física y competitiva, en un calendario más liviano.
Y con este paso, deja prácticamente cerrada cualquier posibilidad de volver a Europa. Porque nadie regresa desde la MLS a los grandes ligas del viejo continente. Lo sabe él y lo sabe todo el mundo del fútbol.
Lo que sorprende es el momento. De Paul no es un veterano que busca su último contrato. Tiene 30 años, es Campeón del Mundo y bicampeón de América y todavía tiene mucho para dar. Sin embargo, elige ir a una liga que no lo pondrá a prueba de la misma forma.
Lo cierto es que esta decisión parece marcar el principio del final. Porque después de Inter Miami, todos sabemos cuál es el siguiente paso: Racing. Y ahí sí, el círculo se habrá cerrado. El jugador de gran paso por Europa eligió bajarse antes de tiempo.
Rodrigo De Paul no se va a Estados Unidos por falta de nivel. Se va por elección, combinando amistad y comodidad. Y ese es el punto más debatible. ¿Por qué renunciar a la élite cuando todavía estás a la altura?
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