Mi alma espejo.

Hasta nunca con amor, con respeto, con gratitud.

Pues no eres tú, son mis heridas.

Media vida hace falta a veces para comprender la magnitud del destino.

Que nada es casual, que todo está escrito.

Que quien se cruza en tu vida tiene un rol, y ese aprendizaje siempre es para uno mismo.

Yo ya no elijo el ego, yo elijo mirarme al espejo.

Comprender que fui yo la que no quiso sanarse, la que le fue más fácil echar la culpa al otro.

Ya no quiero seguir corriendo en círculos que no llevan a ninguna parte.

Prefiero la humildad de poder mirar con franqueza y asumir todas las cosas que hice mal.

Todas las cosas que aún me quedan por trabajar.

Pues no soy perfecta, pero sí humana para respetar mi proceso y el de los demás.

Así que nuevamente gracias compañero, por el tiempo, el pacto y la oportunidad.

Gracias por la lección que traías junto a tí y me ha costado tanto integrar.

Respeto tus sentimientos, tus tiempos y tus decisiones.

Quizás la vida algún día decida que nos volvamos a encontrar.