Paredes grises que no se ocultan tras la pintura,

Sólidas, altivas, carentes de lo que presumen.

Entre ellas una superficie.

Albergan, contenidos, cuerpos en movimiento.

¡No!, carnes y huesos desplazados por la inercia.

Vísceras mecanizadas en descomposición.

Afuera se han quedado los sueños,

Algunos son leves suspiros,

Existencias ínfimas condenadas al olvido.

Se escuchan ecos de unas risas,

Aplacadas por la robustez de las paredes.

También hay columnas, agarrotadas.

Parecen juntarse, aunque siguen inmóviles.

Dejan deslizar por sus poros algunas voces,

Mercaderes de ilusiones falsas,

Colonizadoras que cambian

Alegría por seguridad.

En mi mano tengo un fuego,

Leve, inquieto.

Quiero usarlo.

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