Hablar de sexo sigue siendo un tabú, aunque vivamos en una era de supuesta libertad. Decimos que somos abiertos, que “todo se vale”, que “cada quien vive su sexualidad como quiere”, pero la realidad es que muchos siguen cargando culpas, miedos y prejuicios que pesan más que el placer mismo.

El sexo, en esencia, no debería cargar con etiquetas de pecado ni con las sombras de lo prohibido. Es un regalo, un lenguaje del cuerpo y del alma, una conexión que, cuando se vive de manera sana y respetuosa, puede sanar heridas, fortalecer vínculos y recordarnos que estamos vivos.

Pero para llegar a un sexo sin culpa, primero hay que desaprender. Dejar de asociar placer con vergüenza. Dejar de sentir que el deseo es algo que ocultar. Entender que disfrutar de nuestra sexualidad no nos hace menos dignos, menos espirituales o menos respetables.

El sexo sin culpa comienza cuando nos conocemos, cuando aprendemos a decir lo que queremos y lo que no, cuando entendemos que no hay que pagar un precio emocional por el placer, y que la entrega mutua es válida si está acompañada de respeto y cuidado.

Y sí, este tema incomoda, pero es necesario hablarlo. Porque muchas mujeres —y también muchos hombres— cargan con el peso de viejas creencias que les impiden disfrutar plenamente de su intimidad. Se llenan de miedos, de comparaciones, de inseguridades que matan el gozo de vivir su sexualidad de forma consciente y responsable.

Hablar de sexo sin culpa es invitar a una reflexión honesta: ¿qué creencias me están limitando?, ¿desde dónde vivo mi sexualidad?, ¿con amor propio o con miedo?, ¿con libertad o con culpa?

No es rebeldía, es libertad emocional. Porque el sexo no es sucio, sucia es la forma en que nos enseñaron a verlo. Y el verdadero tabú que tenemos que romper no es el de hablar de sexo, sino el de vivirlo desde la represión y el temor.

Hoy, más que nunca, es tiempo de reconciliarnos con nuestra sexualidad. De vivir un sexo responsable, consciente y libre de culpas. Porque no hay nada más digno que disfrutar de tu cuerpo, de tu placer y de tu libertad sin miedo.

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