Corrupción en el Perú: el crimen que aprendemos a tolerar
¿De verdad podemos decir que el Perú está progresando cuando seguimos aceptando la corrupción como si fuera algo normal, algo que ya forma parte de nuestra vida diaria? Basta con prender la televisión, revisar redes sociales o escuchar la radio para encontrarnos con lo mismo de siempre: funcionarios investigados, obras que nunca se terminan, millones de soles que desaparecen, y la sensación de que el dinero no llega a donde realmente se necesita. Y no es solo una impresión. Es una realidad que todos vivimos, directa o indirectamente. El problema es mucho más profundo de lo que parece. No se trata de un par de políticos malos o de errores aislados. Como es el caso Lava Jato nos muestra que estamos frente a un sistema podrido, donde la corrupción se repite una y otra vez porque las reglas lo permiten, o peor aún, lo facilitan. Y entonces surge una pregunta inevitable: ¿realmente basta con meter a unos cuantos corruptos a la cárcel o hay que cambiarlo todo? es urgente reformar leyes y estructuras empezando por cambiar nuestra mentalidad como ciudadanos.
Reformar leyes y fortalecer las instituciones es indispensable para combatir la corrupción, ya que sin un marco legal sólido y organismos autónomos que garanticen la transparencia, cualquier esfuerzo será insuficiente. Por ejemplo, la Ley Nº 31990 afecta el proceso de colaboración eficaz, un mecanismo clave para las investigaciones anticorrupción, lo que podría limitar el control sobre actos indebidos dentro del propio Congreso. Por ello, es necesario impulsar reformas profundas que aseguren la rendición de cuentas y promuevan la integridad en todos los niveles del gobierno. Asimismo, se deben fortalecer los sistemas de auditoría, investigación y control interno que permitan una fiscalización efectiva y autónoma.
Algunos consideran que la solución pasa por iniciar grandes reformas desde arriba, como cambiar el modelo económico o incluso reformar la Constitución. Por eso, la Comisión Especial de Control Concurrente y Anticorrupción del Congreso del Perú (2025) propone fortalecer y ampliar el control concurrente en la gestión pública, estableciendo responsabilidades penales, civiles y administrativas para todos los involucrados en proyectos estatales, con el fin de mejorar la supervisión y prevenir la corrupción desde la formulación hasta la ejecución de las inversiones. Si bien estas propuestas pueden tener mérito, la experiencia internacional muestra que cambiar las leyes no siempre basta. Por ejemplo, en El Salvador, el gobierno de Bukele aplicó medidas de “mano dura” que lograron ciertos resultados rápidos, pero también recibió críticas por debilitar la democracia y los derechos humanos. ¿Ese es el modelo que queremos seguir en el Perú?
Sin embargo, combatir la corrupción no solo implica reformas legales e institucionales, sino también un cambio profundo en la mentalidad ciudadana, ya que la corrupción no solo depende de leyes o instituciones, sino también de las actitudes y creencias sociales que la toleran. Como señala Castillo Ceballos (2021), la corrupción política se sostiene en gran medida porque “los corruptos suelen justificar su acción amparándose en que ‘lo hacen todos y no les pasa nada’, por lo que se consideran inmunes”, lo que convierte la corrupción en un modo de vida aceptado. Por eso, cambiar las ideas y creencias que tenemos es muy importante para poder mejorar la realidad en la que vivimos. Esto se relaciona con las técnicas de reestructuración cognitiva, que buscan modificar los patrones de pensamiento para enfrentar la realidad de forma más adecuada y eficiente (Psicología y Mente, 2025).
En el contexto peruano, la corrupción se ha convertido casi en una costumbre, lo cual es motivo de tristeza y preocupación. Como señala la Defensoría del Pueblo (2024), los casos de corrupción en el país crecieron un 9% en el primer semestre de 2024, concentrándose principalmente en los gobiernos locales, que acumulan más del 38% de los casos. Es decir, no se trata de simples robos aislados, sino de una maquinaria bien armada que frena el desarrollo del país. ¿Cómo hablar de progreso si una parte importante de los recursos públicos se pierde en manos de quienes deberían protegerlos?
Casos como el de Lava Jato han dejado claro que estas redes corruptas no solo roban dinero, sino que también nos quitan oportunidades. Proyectos que podrían mejorar la vida de los ciudadanos se cancelan, se ejecutan mal o se retrasan indefinidamente. Y quienes más sufren estas consecuencias son siempre los mismos: los sectores más vulnerables. Cada sol robado es un sol menos para una posta médica, una carretera, un colegio o un programa social.
La corrupción, además, destruye algo fundamental: la confianza. Según Cárdenas Gonzales (2024), en contextos altamente corruptos, los ciudadanos honestos terminan sintiéndose ingenuos, mientras que los que hacen trampa se sienten triunfadores. Esto genera un ambiente social deteriorado, donde disminuye la inversión, aumenta la desigualdad y se debilita la cohesión social.
Además, como advirtió Transparencia Internacional (2023), la corrupción no solo se encuentra en las altas esferas del poder, sino que también está presente en las prácticas cotidianas de la sociedad. Si bien es fácil culpar solo a los políticos, también debemos cuestionar nuestras propias actitudes. ¿Cuántas veces hemos aceptado pagar una “propina” para agilizar un trámite? ¿Cuántas veces hemos dicho resignadamente “así es el Perú”? Esa pequeña corrupción, aunque parezca inofensiva, es parte del mismo sistema que sostiene la gran corrupción.
La solución, entonces, no pasa únicamente por imponer más castigos, más policías o más controles. Si no cambiamos como sociedad, nada de eso será suficiente. Es urgente enseñar valores desde la escuela: ética, civismo, respeto por lo público. Pero no basta con enseñar teoría, se necesita ejemplo. Los niños y jóvenes deben ver que sí se puede ser honesto y valiente en un país donde, a menudo, lo más fácil parece ser hacer trampa.
Para concluir a corrupción en el Perú no es un problema nuevo, pero se ha vuelto intolerable. No podemos hablar de progreso mientras sigamos permitiendo que los recursos se pierdan, las instituciones se debiliten y la desconfianza crezca. Necesitamos reformas, sí, pero también un cambio de mentalidad. Es momento de dejar la resignación y asumir un rol activo como ciudadanos. Solo recuperando los valores, fortaleciendo la educación ética y exigiendo transparencia desde lo más alto del poder hasta lo más cotidiano, podremos romper este ciclo vicioso. El Perú merece un futuro distinto, y ese futuro empieza con cada uno de nosotros.
Referencias
Cardenas Gonzales, J. R., Alarcón Requejo, G., & Sánchez Pérez, L. D. R. (2024). La relación entre corrupción e inversión privada en Perú. PublicacionesUP Sociales, https://revistascientificas.upacifico.edu.py/index.php/PublicacionesUP_Sociales/article/view/579/983
Castillo Ceballos, G. (2021, 12 de julio). La ética, una prevención contra el tóxico de la corrupción. Diario de Navarra. https://www.unav.edu/opinion/-/contents/12/07/2021/la-etica-una-prevencion-contra-el-toxico-de-la-corrupcion/content/CnBM7sduyZOb/33949653
Defensoría del Pueblo. (2024, 9 de agosto). Casos de corrupción en Perú crecieron un 9% en el primer semestre, alerta la Defensoría. EFE. https://www.swissinfo.ch/spa/casos-de-corrupci%C3%B3n-en-per%C3%BA-crecieron-un-9-%25-en-el-primer-semestre,-alerta-la-defensor%C3%ADa/86497762
Congreso de la República del Perú. (2023). Ley N° 31990, Ley que fortalece el control concurrente para la prevención y lucha contra la corrupción [Texto legal]. https://busquedas.elperuano.pe/dispositivo/normas-legales/ley-que-fortalece-el-control-concurrente-para-la-prevencion-y-ley-n-31990-2272588-1/
Meza Zorrilla, C., & Carhuancho Mendoza, I. M. (2019). Factores que inciden en la corrupción de funcionarios en el Perú. Res Non Verba, 9(2), 1–7. https://revistas.ecotec.edu.ec/index.php/rnv/article/view/213/172
Zavaleta Cabrera, E. M. (2023). La corrupción en la administración pública y su impacto en el desarrollo político, económico y social, en el contexto peruano. Comuni@cción: Revista de Investigación en Comunicación y Desarrollo. https://doi.org/10.33595/2226-1478.14.1.786
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