Lo que el mar no puede borrar

Lo que el mar no puede borrar

Lo que el mar no puede borrar 

No puedo evitar ver el mar y no pensar en vos. Te imagino danzando, siendo una con las olas, siempre fundida con la naturaleza. Una brisa me despeina y me envuelve un tenue olor a sal, un abrazo que infla mi pecho. 

Recuerdo cuando decías que amabas hacerme sonreír. Por mucho tiempo intenté hacerlo sin vos y aunque al principio fue difícil, hoy mi sonrisa es homenaje.

Miro mi libreta y casi sin querer, mi mano comienza a garabatear alguna historia que aún no tiene sentido. Porque cada vez que escribir se torna difícil, vuelvo a la raíz: vos y la muerte. La muerte y vos.

Miro el agua y me gustaría que fuese un canal para enviarnos un mensaje al pasado, cuando disfrutábamos de la playa, inocentes de que un otoño se colara en medio de la primavera. 

Me diría que grabe vídeos o audios, porque tu voz será lo primero que olvide, aunque no lo que decías, tus palabras son fieles recuerdos. Me diría que te abrace fuerte, porque seguro vas a tener miedo y era muy adolescente para entender a lo que te ibas a enfrentar. Me diría que las hojas doradas bailando con el viento tienen tanta belleza como las flores en su esplendor. Aunque, por supuesto, no voy a entender nada de todo aquello, porque aún no había transitado mi propia muerte, aquella que me va a acunar hasta que esté lista para la vida adulta. Porque aunque el tiempo está lejos de curarlo todo, el amor sí lo hace -cura y sostiene- y hoy tu amor es una ausencia que acompaña y me recuerda que estoy viva. 

Despego la vista de la libreta y recuerdo que el mar no es un canal, pero sí parece hablarme. Cada ola que retorna a la orilla se asemeja a vos, es un eco que me acompaña desde entonces. Me acerco y en la arena húmeda escribo tu nombre, no espero. Me voy sabiendo que a mis espaldas el agua lo va a borrar. No importa porque hoy se que lo que desaparece en apariencia, puede permanecer más presente que nunca.

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