El cuerpo de José Miguel Castro yacía en el baño toalla verde empapada de rojo. Dos cuchillos manchados, la chapa forzada. La Policía anoto detalles, pero algo no encajaban.
El fiscal Rojas revisó los informes: ¿suicidio con múltiples golpes? Castro, clave en el caso Villarán, iba a declarar. Su testimonio implicaba a varios, incluida la exalcaldesa. ¿Quién querría silencio?
Al caer la noche, el móvil del hijo menor de Castro apareció borrado. Un mensaje cifrado, enviado horas antes de su muerte, decía: «No es lo que parece». Rojas miro el expediente, La verdad, a veces, se ahoga en sangre.
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