El feminismo y la crítica social en Orgullo y prejuicio de Jane Austen: Elizabeth Bennet frente a las normas patriarcales
Por Gil Bazán Jimena y Bustamante Gutiérrez Andrea
“Eso no es para niñas, busca una muñeca y compórtate como señorita”. Desde ese momento, Ana dejó de jugar. No porque no quisiera, sino porque comprendió que, para los demás, había cosas que una niña no debía hacer. Muchos años después, aún recuerda ese instante como el comienzo de muchas otras ocasiones en las que fue ignorada, limitada o descalificada solo por ser mujer. Por eso, es crucial que la sociedad tome conciencia de cómo las normas sociales han restringido históricamente el desarrollo de las mujeres, evidenciando las desigualdades que estas generan e invitando a adoptar una postura crítica frente a los estereotipos de género para transformar la realidad. En este contexto, apoyamos las ideas de Elizabeth Bennet, quien representa una figura feminista al rechazar las normas sociales que obligaban a las mujeres a casarse por conveniencia. A través de su carácter independiente y reflexivo, Elizabeth defiende la importancia del pensamiento femenino, donde las mujeres toman decisiones y aman por sí mismas. Así, se convierte en un modelo de empoderamiento femenino, donde la autodeterminación, la independencia y el valor de cuestionar las normas impuestas son esenciales para avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria. Esta reseña sugiere que Orgullo y prejuicio va más allá del romance, ofreciendo una mirada crítica sobre el papel de la mujer en la sociedad y mostrando cómo muchas de las limitaciones del pasado aún persisten hoy en día.
En Orgullo y prejuicio, cuando la señora Bennet expresa su entusiasmo por el matrimonio de Lydia, diciendo: “¡Casada a los 16 años! ¡Oh, qué bueno y cariñoso eres, hermano mío! […] ¿Y el traje de novia? Voy a escribirle ahora mismo…” (p. 401), así se pone de manifiesto una mentalidad superficial y materialista. Para ella, lo que importa son las apariencias y el estatus social, más que la moral o el verdadero bienestar de sus hijas. Esta reacción muestra cómo, en esa época, el matrimonio se veía principalmente como una forma de ascender socialmente, sin considerar el amor, el respeto o la madurez emocional que son esenciales para una relación saludable. Aunque la actitud de la señora Bennet puede parecer cómica, revela una preocupante falta de criterio y profundidad, especialmente en su rol como madre. Este episodio nos invita a reflexionar sobre cómo las apariencias y las relaciones sociales pueden nublar nuestro juicio, sobre todo cuando se prioriza el estatus por encima de los valores personales y afectivos.
En otro pasaje significativo, la señora Bennet exclama: “Si se te mete en la cabeza seguir rechazando […] te quedarás solterona […] Desde hoy, he acabado contigo para siempre […] ¡Nadie sabe lo que sufro!” (p. 156). Esta escena ilustra de manera clara la visión tradicional del siglo XIX, donde el matrimonio era visto como la única forma válida para que una mujer lograra seguridad económica y reconocimiento social. La frase “te quedarás solterona” refleja uno de los mayores temores que se imponían a las mujeres de esa época, y que aún persisten hoy: la exclusión social por no casarse. Este fragmento revela una actitud egoísta y manipuladora por parte de la señora Bennet, quien antepone su deseo de asegurar un matrimonio conveniente para su hija a la consideración de sus sentimientos y decisiones personales. A través de esta situación, Austen pone de manifiesto cómo la presión familiar y las expectativas sociales pueden anular la voluntad individual, especialmente en un contexto donde el matrimonio se percibe más como una obligación que como una elección personal.
En este fragmento de la obra “—¡Que no han tenido nunca institutriz! […] —Entonces, ¿Quién las educó? […] La verdad es que las que preferían estar ociosas, podían estarlo.” Lady Catherine se escandaliza por el modo en que las hermanas Bennet fueron educadas, reflejando la presión elitista sobre la formación femenina.(p.223)“” El escándalo de Lady Catherine al enterarse de que las hermanas Bennet no tuvieron institutriz refleja una mentalidad elitista y clasista profundamente arraigada en la sociedad del siglo XIX. Su reacción demuestra que el valor de una mujer no se medía por su capacidad intelectual o moral, sino por cumplir con ciertos requisitos impuestos por la alta sociedad, como haber recibido una educación privada y costosa. Esta visión superficial convierte la educación en un símbolo de estatus más que en una herramienta real de empoderamiento. Resulta preocupante cómo se invalida cualquier tipo de formación que escape de los moldes aristocráticos, perpetuando la exclusión y el control sobre las mujeres. Ante ello, cabe preguntarse: ¿Cuántas oportunidades fueron negadas a mujeres talentosas solo por no nacer en el “lugar correcto”? ¿Y hasta qué punto, incluso hoy, seguimos validando ciertos modelos educativos no por su calidad, sino por su prestigio social? Este episodio nos invita a cuestionar cómo la educación ha sido utilizada históricamente no para liberar, sino para restringir el desarrollo femenino bajo apariencias de virtud y refinamiento.
Además, “Si una mujer tenía el infortunio de saber, debía ocultarlo lo mejor posible” es una frase que refleja la realidad de la época, escrita en The World of her Novels (1818) en referencia a Austen. Aquí, se puede notar cómo la autora era consciente de que la sociedad obligaba a las mujeres a esconder su conocimiento; sin embargo, también creía que era fundamental buscarlo. Jane Austen retrata la sociedad de su tiempo a través de las interacciones y reflexiones de sus personajes. Ella resalta la contradicción de un mundo que, por un lado, restringe el acceso al conocimiento para las mujeres, pero por otro, enfatiza la importancia de que ellas lo busquen y lo mantengan en secreto. Este fenómeno no solo revela las limitaciones sociales, sino también el valor que Austen otorgaba al conocimiento femenino, lo que se traduce en una crítica sutil a las normas de su época. No se trata solo de una crítica social, sino también de un llamado a la autenticidad y a la búsqueda del conocimiento sin importar las expectativas impuestas. Aunque el texto destaca la lucha por la equidad de género y crítica los estereotipos de su tiempo, surge la pregunta de si hoy en día seguimos enfrentando barreras similares. ¿Es posible que, de manera más sutil, las mujeres aún tengan que ocultar su conocimiento o habilidades en ciertos contextos? Y, aún más importante, ¿Cómo podemos construir una sociedad que valore el conocimiento y las capacidades de todas las personas, sin importar su género?
En efecto, “Casarse joven era símbolo de virtud y oportunidad social” Dottori (1979). Esta afirmación, que durante mucho tiempo fue aceptada sin cuestionamientos, revela una norma social profundamente arraigada que, en realidad, favorecía el control y la dependencia de la mujer desde temprana edad. De hecho, este pensamiento reproduce arquetipos de desigualdad, pues sacrifica el desarrollo personal de la mujer en beneficio de la posición social de la familia. En consecuencia, se limita su libertad de elección y su posibilidad de construir un proyecto de vida propio. A pesar de los avances, cabe preguntarse: ¿seguimos hoy celebrando decisiones que restringen la autonomía de las mujeres bajo el pretexto de la “tradición” o la “buena suerte”? Por lo tanto, es fundamental reflexionar críticamente sobre estas prácticas y promover modelos que valoren la libertad, el consentimiento y el desarrollo integral de todas las personas, sin distinción de género.
Así pues, “Las diferencias de clase determinan quién es digno de casarse con quién” Bourdieu, P. (1998) afirma que en este sentido, la sociedad establece jerarquías en las relaciones, donde la mujer no es valorada por su carácter o capacidades, sino más bien por su origen social y económico. Como resultado, su libertad para elegir con quién formar una pareja se ve condicionada por expectativas externas. Si bien esta escena puede presentarse con un tono romántico, en realidad deja en evidencia cómo los códigos sociales impactan de manera desigual, afectando especialmente a las mujeres, quienes enfrentan mayor juicio y presión en sus decisiones afectivas. Por ello, es necesario preguntarse: ¿por qué las mujeres aún enfrentan un reproche más severo que los hombres al momento de tomar la decisión de establecer relaciones o formar una familia? Así pues, esta mirada crítica nos invita a cuestionar normas que perpetúan la desigualdad y a promover relaciones basadas en la equidad, el respeto y la libertad de elección.
En conclusión, Jane Austen nos impulsa a reflexionar sobre las limitaciones que las normas sociales han impuesto históricamente a las mujeres, muchas de las cuales aún persisten en la actualidad, aunque de formas más sutiles. A través del personaje de Elizabeth Bennet, la autora presenta una figura femenina que cuestiona activamente las expectativas tradicionales y defiende su autonomía. Esto resalta la necesidad de fomentar una perspectiva de igualdad que garantice a las mujeres la libertad de tomar decisiones sobre sus vidas sin estar condicionadas por mandatos sociales del pasado. Como dijo Simone de Beauvoir: “No se nace mujer: se llega a serlo”, recordándonos que la verdadera igualdad depende de transformar las normas sociales que nos rodean.
Referencias
Austen, J. (n.d.). Orgullo y prejuicio por Jane Austen (PDF). https://infolibros.org/libro/orgullo-y-prejuicio-jane-austen/?utm_source
Le Faye, D. (2002. Jane Austen: A Family Record (2nd ed.). Cambridge University Press. https://assets.cambridge.org/97805218/26914/sample/9780521826914ws.pdf
Kirkham, M. (1997). Jane Austen, Feminism and Fiction. The Athlone Press. https://archive.org/details/janeaustenfemini0000kirk
Bourdieu, P. (1998). La dominación masculina. Anagrama. http://nomasviolenciacontramujeres.cl/wp-content/uploads/2015/09/Bondiu-Pierre-la-dominacion-masculina.pdf
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