LA INFANCIA MARCADA POR LA DESIGUALDAD

LA INFANCIA MARCADA POR LA DESIGUALDAD

Victor

25/06/2025

AUTORES:

Victor Dereck Horna Morales

Diego Alexander Zaldivar Vargas

Imagina crecer en un mundo donde amar a alguien diferente se convierte en un problema. Donde las miradas, los prejuicios y las barreras invisibles separan a las personas simplemente por su color de piel, su religión o su cultura. La obra Warma Kuyay de José María Arguedas es una clara muestra de cómo la discriminación y el racismo siguen marcando nuestras relaciones, nuestras decisiones, nuestras vidas. En esta reseña crítica, exploraremos cómo estos temas se hacen presentes en la historia de dos niños que, desde la inocencia, intentan conocerse y quererse, sin entender aún por qué el mundo insiste en separarlos. Esta obra no solo habla de amor, sino también de dolor, de identidad y de todo aquello que todavía necesitamos sanar como sociedad.

Cuando Justina se acercó al grupo de niños mestizos para jugar, algunos se apartaron de inmediato. Su piel oscura y su atuendo humilde eran una señal para los demás de que no debía ser parte de su círculo. Incluso Ernesto, a pesar de su deseo de acercarse a ella, sentía que algo lo retenía, algo que su madre le había enseñado desde pequeño: los indígenas no eran iguales. (Arguedas, 1935, p. 96)

Desde pequeños, los niños aprenden a ver a los indígenas como inferiores, no por experiencia propia, sino por lo que les enseñan su entorno y cultura. En este sentido, el rechazo hacia Justina refleja cómo el racismo y los prejuicios se transmiten desde la infancia, impidiendo la empatía y reforzando la desigualdad social. Asimismo, el texto muestra crudamente cómo el racismo se inculca como una enseñanza más, normalizando la exclusión de quienes son diferentes por su origen o apariencia. Por ello, esta escena nos recuerda la importancia de educar en la igualdad y el respeto para romper el ciclo de discriminación.

En sus juegos, Ernesto y Justina compartían risas y caricias, pero una sombra siempre estaba presente. Sabían, aunque no lo dijeran en voz alta, que su amor no podía trascender más allá del juego. La sociedad no permitiría que un mestizo y una indígena fueran más que amigos. (Arguedas, 1935, p. 98)

Ernesto y Justina experimentan un amor puro y auténtico, fundamentado en una conexión emocional sincera. No obstante, las diferencias culturales y de clase social pronto se interponen entre ellos, evidenciando cómo la discriminación y la exclusión pueden sofocar incluso los sentimientos más genuinos. De esta manera, la historia pone de manifiesto que, desde la infancia, las personas aprenden a reprimir sus emociones por temor al juicio social. En consecuencia, nos invita a reflexionar sobre cuántos sentimientos reales han sido ocultados por miedo al «qué dirán». Así, se revela la crudeza de una sociedad que no permite que el amor infantil, inocente y libre, florezca cuando desafía las normas sociales impuestas.

Ernesto pensó en lo que su madre diría si viera la forma en que se acercaba a Justina. Era un niño mestizo, destinado a pertenecer a otro mundo, un mundo donde las personas como Justina no tenían cabida en su vida. A pesar de todo, no podía evitar que su corazón latiera por ella. (Arguedas, 1935, p. 99)

El miedo de Ernesto a lo que piense su madre sobre su relación con Justina revela el peso de las normas sociales. Su madre cree que ambos pertenecen a mundos separados, lo que demuestra cómo el racismo influye en las decisiones personales y limita la libertad de sentir desde temprana edad. Además, la lucha interna de Ernesto es una muestra de cómo el racismo afecta no solo a quienes son discriminados, sino también a quienes sienten empatía y cariño por ellos. En este sentido, amar se convierte a veces en un acto de resistencia. Este fragmento también muestra el conflicto entre lo que uno siente y lo que la sociedad espera. La figura materna, en este caso, representa el peso de las normas impuestas sobre la libertad afectiva.

Aunque sus corazones latían con la misma fuerza cuando se miraban, Ernesto sabía que nadie en su casa, ni sus amigos, aceptaría jamás que él se acercara más a Justina. El amor que sentía por ella parecía un suspiro solitario en medio de la indiferencia y el rechazo social. (Arguedas, 1935, p. 102)

Aunque el amor entre Ernesto y Justina es real y profundo, las personas cercanas a él no lo aceptan por la diferencia de clases. Esta presión social muestra cómo los prejuicios colectivos pueden destruir relaciones sinceras, aunque el sentimiento persista en el corazón de quien ama. Además, el texto resalta el dolor que produce amar en silencio cuando la sociedad no acepta esa relación. El entorno se presenta como un muro infranqueable que invalida los sentimientos auténticos. Por ello, se reflexiona sobre cómo la presión social puede hacer que un amor sincero se viva en soledad y tristeza. En consecuencia, se trata de un llamado a cuestionar los prejuicios que siguen separando a las personas por motivos injustos.

Warma Kuyay no solo Analiza una historia de amor, sino una denuncia social camuflada en la inocencia de un niño. Arguedas no necesita ser explícito en su crítica: basta con mostrar el sufrimiento de Justina o la violencia de ciertos personajes como el capataz para que entendamos la gravedad de las injusticias.

Warma Kuyay Analiza cómo el amor infantil de Ernesto por Justina no es solo un sentimiento personal, sino una expresión simbólica del conflicto entre dos mundos: el indígena y el mestizo-criollo. La relación entre Ernesto (hijo de patrón) y Justina (joven indígena a quien Ernesto ama) refleja cómo el poder, la opresión y la discriminación marcan incluso los afectos más puros.

¿Cómo puede florecer el amor si desde niños nos enseñan a rechazar al que es diferente?

REFERENCIA:

Arguedas, J.M. (1933). Warma kuyay. Signo. https://bibliotecadigital.bnp.gob.pe/items/5ff76a7c-6b75-4d1e-a619-b54d22ff242d;origin=internal

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS