Mis trazos son como quien los hace, un desastre sin forma ni lugar creo que tal vez sea porque nunca aprendí a escribir bien o por mi postura al sujetar el lápiz, en mi mano siempre recto y sin descanso, tanto que no puede sentarse al terminar cada letra, el pobre también tiembla de miedo o nervios que se burlen de los garabatos que hace y se que en el fondo hubiese amado dibujar paisajes y montañas para escalar
Ese era su deseo un trazo recto y constante sin ningún desvío para crear arte imposible que asombre al incauto, arte tan perfecto que se lo catalogue como un genio que nace cada 10 generaciones, un arte para ser más que un recuerdo pasajero
con una mano lejos de ser perfecta pero intento encontrar redención en mis imperfecciones tanto como amé cada una de las suyas.
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