Nos vimos
con más ganas que historia,
con más cuerpos que palabras.
Tus manos llegaron antes
que tu nombre.
La cama no preguntó,
la piel no dudó.
Solo fuimos
dos soledades apretadas,
bajo una sábana muda,
sin pactos, sin futuro.
No dolió.
Tampoco sanó.
Fue deseo,
sin peso,
sin raíz.
Y aunque al final
no quedara nada,
por un instante
todo ardió.
OPINIONES Y COMENTARIOS