¿Estamos todos agotados? El burnout que ya nadie disimula

¿Estamos todos agotados? El burnout que ya nadie disimula

Kurt Bendfeldt

04/06/2025

No hace falta preguntar demasiado. Lo vemos en los ojos de quienes trabajan sin pausa, en las madres que no paran ni un segundo, en los jóvenes que sienten que no llegan a nada pese a estar en todo. En esa sensación de estar «quemados», incluso cuando apenas comienza la semana. El burnout, o agotamiento crónico, ya no es una excepción: se ha convertido en el estado emocional por defecto de esta generación.

Y lo más alarmante es que lo normalizamos. Nos reímos del cansancio con memes, llenamos la agenda de compromisos que no disfrutamos, y decimos “estoy bien” cuando por dentro estamos apagados. ¿Cuándo nos enseñaron que rendirse está mal, que parar es de débiles, que hay que estar siempre produciendo para valer algo?

La tecnología, las expectativas, la comparación constante y la idea de éxito exprés nos tienen en modo automático. Dormimos poco, pensamos mucho. Nos desconectamos del cuerpo, del presente, de lo que realmente importa. Y en medio de todo eso, nuestra salud mental se desmorona sin hacer mucho ruido.

El problema no es solo laboral. El burnout también viene de las relaciones vacías, de los proyectos que no nos llenan, de vivir para cumplir con otros. Por eso, más que descanso físico, necesitamos una pausa emocional y existencial. Necesitamos reencontrarnos con lo que nos da sentido, con lo que nos nutre, con lo que realmente nos hace bien.

No podemos seguir actuando como si nada pasara. Estamos cansados, sí, pero no rotos. Podemos recuperar la energía, pero solo si empezamos por dejar de exigirnos tanto, por hablar con honestidad, por elegir espacios donde respirar no sea un lujo.

Porque la verdadera productividad nace del bienestar. Y el bienestar no se mide en logros, sino en paz.

«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.»
— Mateo 11:28

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