Sobre la vez que Gabo ganó todo gracias a la publicidad y lo perdió todo por escribir una novela. Extra: Audioflux en Washington.

García Márquez en 1966, CDMX. Foto de Hernán Díaz. Tomada de la web de la Fundación Gabo.
Hola!
Tiempo sin leernos. He estado poco abrumada entre la vida y las noticias, así que me tomé un rato para pensar en una entrega que fuera placentera de leer, compartir y charlar.
En el año donde se volvió rutina pedirle a un robot que escriba y que intente pensar en algo original, pienso mucho en la creatividad (y más específicamente en la escritura) como oficio. Es raro: sabemos lo importante y preciso que es contar algo bien, pero justo por el esfuerzo que implica, aveces preferimos ponerle la carga a una máquina y esperar a que resuelva.
Y no lo hace y lo repetimos. Y se lo pedimos otra vez. Y otra vez. Así se siente mandarle a un robot que escriba por ti. Criticamos a la IA por estar matando la creatividad. Pero creo que hay que poner el debate en algo diferente.
Estamos confundiendo alta publicación de contenido con creatividad.
Consumimos rápido. Por eso en los últimos años juntamos crear con producir y pensamos que es un recurso ilimitado.
Pero la verdadera creatividad no es hacer por hacer. Implica dar a luz algo original.
Por eso dedico la entrega de hoy a Gabriel García Márquez a sus 34 años de edad, con los rizos negros y el bigote abundante viendo la Ciudad de México desde un cuarto piso de una torre empresarial.
Un anuncio parroquial y vamos con la historia.

El 1 de Junio Audioflux estrena su circuito de audios cortos en el Smithsonian de Washington. Allá estaré 🙂 hice una pieza para este circuito.
¿Alguien en Washington? Nos vemos allá el próximo fin de semana.
Julie Shapiro y Jhon DeLore me comisionaron una pieza de tres minutos y esto me hace muy feliz. Audioflux es un pequeño paraíso de audio experimental que ocurre por entregas, como un fanzine o revista. El nuevo circuito fue inspirado por fotos vintage en 3D. Solo por un día, todos los audios serán estrenados en el jardín del Smithsonian Hirshhorn Museum 💛 Allá estaré. 💛 Si conocen alguien en DC, pasen la voz que queremos conocer a más nerds del audio.
Ahora sí.

Gabo y Mercedes llegaron a Ciudad de México una madrugada en 1961. Venían del norte, en un tren, luego de viajar por días en un bus Greyhound desde Nueva York hasta la frontera. Él venía de ser reportero para la Prensa Latina. Quería dejar el periodismo para dedicarse al cine. Depronto en la radio cantaba Julio Jaramillo “Quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad”.
Al llegar a la estación, los esperaba el poeta Álvaro Mutis.
Que raro es imaginarlos bajandose del tren cargando la vida en las maletas. Más aún, es recordar que para entonces Gabo tenía 34 años y que estaba tan quebrado como un inmigrante joven en cualquier época.
Alquilaron un pequeño apartamento con Mercedes en la misma torre donde vivía Mutis. Era cerca a la zona de bares y al centro de la ciudad. Después de los primeros meses de rebusque, los encargos de guión se tardaron, las pelis no se concretaron y Gabo tuvo que recurrir a la ayuda de la amistad. Así fue que terminó en una agencia como copywriter.
“Desde el cuarto piso de un edificio en la calle Melchor Ocampo, en el número 135, en donde estaba la agencia, Gabriel García Márquez veía desde la ventana Roma. No existía el Circuito Interior entonces y se apreciaba la plaza bordeada por el Paseo de la Reforma con sus balaustradas en ambos márgenes y los árboles de la entrada del Bosque de Chapultepec”. Raúl Renán, poeta y colega de Gabo en la agencia (1992).
No era el único buscandose un sueldo fijo. En las agencias también trabajaban Francisco Cervantes, Raúl Renán, Maria Luisa Mendoza y Arturo Ripstein, entre muchos otros escritores. Era el momento en que las revistas y medios impresos estaban de moda, así que las agencias necesitaban buenos escritores para publicidad impresa. Había mucho talento desempleado y una necesidad de palabra bien hablada. Gabo entró a la agencia Walter Thompson, luego a Stanton entre 1963 y 1965.
Gabo el oficinista
Cuenta su colega Raúl Renán que al nobel no le gustaba estar en su cubículo, más bien recorría los pasillos de la empresa o se asomaba a la ventana con un café en la mano. Que escribir copy para él era un juego de ocio y que siempre estaba hablando con alguien. Igual cumplía horario de oficina y cerraba briefs creativos con slogans como “Pan para pan Bimbo”.
Por las noches escribía cuentos al galope de su máquina de escribir. Dice Renán, que todos eran pobres y vivían en departamentos mediocres de mediana renta. Para entonces Mercedes estaba embarazada, dice el Centro Gabo que “dormían sobre un colchón tirado en el suelo y todo su mobiliario se limitaba a una mesita y dos sillas”. García siguió cerca de la movida literaria y expandió su círculo de amigos, algo que fue muy importante un par de años después. Así fueron sus 30. En las noches un guionista, en los días un copy demasiado poeta.

Cuenta Eulalio Ferrer (publicista) que Gabo también tuvo desatinos. Como una campaña para Kodac donde el slogan que escribió fue “Esta puede ser la última Navidad de su vida. Perpetúe su imagen en la memoria de los suyos con la nueva Kodak Instamatic”.
Yo no sé por qué, pero me produce un poco de alivio pensar en una gran leyenda de la literatura yendo a la oficina. Estoy segura que nadie pregunta el nombre de un copy cuando ve un comercial, pero escribir siempre es algo más que el texto. Por eso cuando Jorge Cardoze, ex-director de agencia, se jubiló dijo que la campaña que más recuerda es la que escribió Gabo:
“Calmex, señora, Calmex”.
No sé cuanta calma tuvo Mercedes después del parto. El nobel escribió para marcas de atún, bancos, aerolíneas y cigarrillos. No se ganó electrodomesticos en las rifas de fin de año, no le dieron un aumento ni un ascenso, pero no paró de escribir.
“Un día me dejó pasmado al sentarse en la única silla para visitantes que tuve en mi despacho y espetarme sin preámbulos la historia de un ángel viejo que es descubierto, caído en el traspatio de una casa, por sus habitantes; una pareja que rebasaba la madurez y que se enfrentaba inopinadamente a una situación inaudita” (Renán, 1992.) Hablando de lo que sería años después el cuento “Un señor muy viejo con unas alas enormes”.
Y entonces llega Cien Años de Soledad.
Para 1965 Gabo y Mercedes estaban bien financieramente, tanto que se mudaron a una casa amplia en un barrio tranquilo. Tuvieron otro bebé y remodelaron la casa para recibir invitados. García le contó a sus amigos que los niños estaban contentos con espacio para correr todo el día y él había armado una habitación de papeles para escribir. “Escribía como un tren” dijo en entrevista. En la radio a lo mejor sonaba “Cuando calienta el sol aquí en la playa”.
La vida podría haber seguido así de no ser por Acapulco.
«De pronto, a principios de de 1965, iba con Mercedes y mis dos hijos para un fin de semana en Acapulco, cuando me sentí fulminado por un cataclismo del alma tan intenso y desgarrador que apenas si logré eludir una vaca que se atravesó en la carretera.” Gabriel García Marquez, en “Cien años de soledad: la novela detrás de la novela”
Gabo tuvo la revelación: que debía contar una historia con el tono que usaba su abuela, así nació Cien Años de Soledad.
Hay fuentes que dicen que renunció a la agencia, otros que lo echaron por mal copy, pero lo cierto es que desde ese fin de semana, él renunció a la estabilidad de un sueldo fijo por la misión de escribir una novela durante 18 meses.
Se sabe que vendieron el carro para tener efectivo y que eso cubrió solo los primeros tres meses. Que a medida que pasaban los meses, Mercedes recibió ayudas y comida de los tantos amigos escritores. Me niego a decir que el camino que tomó García fue heróico porque la realidad es que implicó una precarización extrema para él y su familia. Ni un escritor publicado es un semidios ni el oficio de un copywriter es menos creativo.
¿Por qué el rebusque, cuando se trata de un artista, se romantiza?
¿A qué persona en su sano jucio le gustaría encerrarse entre pilas de papel a escribir una novela en vez de ver disfrutar una vida de lujo y prosperidad?
Yo les pido las respuestas porque no las tengo. Lo único que sé es que en sus entrevistas, Gabo repetía que escribir era el oficio más solitario del mundo, así como decía que lo único que le importaba en la vida era ser un buen escritor.
Díganme ustedes si uno hace arte a pesar de la carencia o por demostrar con terquedad que del arte sí se vive.
Lo cierto es que cuando Gabo terminó de escribir las 700 páginas no tenían los 82 pesos que se necesitaban para mandarlas por correo al editor. Tenían la mitad y eso fue lo que mandaron. Volvieron a casa y reunieron los últimos tres electrodomésticos que había, Mercedes lo llevó a la casa de empeño y regresó con el dinero.
Enviaron la otra mitad de la novela, se quedaron con 21 pesos y al salir de la oficina de correos, Mercedes, iracunda, le dijo:
—Lo único que falta ahora es que la novela sea mala.
Al publicarse la primera edición de Cien Años de Soledad, los agradecimientos de la primera página fueron para Jomi García Ascot y Maria Luisa Elio. Jomi fue quien le dió trabajo en la primera agencia de publicidad.
Lo siento, pero no me importa mucho si la IA va a intentar escribir mejor.
Lo que me importa es si el creators economy va a resolver el problema de escoger entre ser artista y vivir en la precariedad.
Me importa como le hacemos para no empeñar cosas como Gabo en una era donde publicar y distribuir parece gratis, pero cuesta la moneda de nuestro entusiasmo.
Díganme si el uso de robots resuelve los oficios de cada día (lavar loza, sacar la basura, ordenar la casa y ganar un sueldo) para darnos el tiempo de dar a luz a algo original.
Pidanle a los jefes que no le quiten el financiamiento a la amistad.
La edición de hoy va con bibliografía:
- Jáuregui, I. (2023, 18 de enero). El viaje a Acapulco que inspiró Cien años de soledad. Travesías Digital. https://www.travesiasdigital.com/destinos/mexico/sur/guerrero/acapulco/el-viaje-a-acapulco-que-inspiro-cien-anos-de-soledad/
- Martínez, G. A. (2023, 16 de mayo). Se alquilan escritores (microhistorias de la publicidad mexicana). Confabulario, El Universal. https://confabulario.eluniversal.com.mx/se-alquilan-escritores-microhistorias-de-la-publicidad-mexicana-2/
- Centro Gabo. (2023). La vida de Gabriel García Márquez en la Ciudad de México. https://centrogabo.org/gabo/contemos-gabo/la-vida-de-gabriel-garcia-marquez-en-la-ciudad-de-mexico
- Mendoza, M. L. (2023). Gabo ardía como llamarada de fe. Milenio. https://www.milenio.com/cultura/gabo-ardia-llamarada-fe-china-mendoza
- Abdala, V. (2023). Salen a la luz cartas inéditas de Gabriel García Márquez: “No seré otro escritor de corbata”. Clarín. https://www.clarin.com/cultura/salen-luz-cartas-ineditas-gabriel-garcia-marquez-escritor-corbata_0_Su8u4MYPF.html
- Cultura Colectiva. (2023). Las frases publicitarias de Gabriel García Márquez que seguro no conocías. https://culturacolectiva.com/arte/letras/las-frases-publicitarias-de-gabriel-garcia-marquez/
- Ruleta Rusa. (2023). Yo sin Gabo no puedo vivir. https://www.ruletarusa.mx/historiasrr/yo-sin-gabo-no-puedo-vivir/
- Milenio. (2023). Renán 21. https://www.milenio.com/cultura/renan-21
- BBC Mundo. (2017, 12 de enero). Gabriel García Márquez: 5 cosas que quizás no sabías del autor de Cien años de soledad. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-38588005
- La Historia del Día Blog. (2017, 5 de mayo). Gabriel García Márquez: Cien años de soledad, la novela detrás de la novela. Publicado originalmente en la Revista Cambio.
Gabriel García Márquez – Cien años de soledad: la novela detrás de la novela
- Milenio. (2023). María Luisa Elío: la voz de alguien. https://www.milenio.com/cultura/laberinto/maria-luisa-elio-la-voz-de-alguien
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