
A veces me pasa que despierto un día y mi mentalidad cambia por completo. Es como un “switch”, un día pensabas en dejar algo, a alguien, y al otro sabes que hacer, sabes cuál es la decisión correcta sin pensarlo. Te preguntas, ¿como no lo vi antes? Te sientes tonta incluso, pero eso es parte del proceso de obtener claridad.
Hay 4 pasos para llegar a la claridad. Claridad sobre cómo resolver algún problema que tengas, sea de salud, relaciones, carrera, etc.
El primero es pensar que hay un problema. No sabias que era un problema hasta que lo piensas y lo etiquetas como un problema. Conceptualizas lo que tienes que hacer (sea dejar alguna sustancia, cuidar tu salud), y te das cuenta que algo tienes que cambiar.
El segundo es hablar del problema. Sea con tus amigas, padres, o contigo mismo. Si sigues hablando de algo o alguien seguido, es claro que te molesta.
Tercera seria escribir el problema. Aquí es donde obtienes el contexto del problema, y sabes lo que tienes que hacer. Es la parte analítica del proceso y meditas lo que pasa por tu mente. El “journaling” es el claro ejemplo de porque es bueno escribir acerca de lo que sientes.
El cuarto, y el más importante es leer el problema. Lo que muchos hacemos es escribir sobre algo, y no repasarlo. Solo lo escribes y ahí se queda esa página sin leerse. Cuando tu lees tu problema, lo ves como si le estuviera pasando a alguien más. Tienes una perspectiva diferente al leer tu problema porque ya lo estás leyendo en tercera persona. Ahí es el momento donde está el “switch”, o la epifanía de tomar una decisión final por obtener la claridad.
Siento que por eso leemos, leemos para identificarnos con algo, para saber que no estamos solos. Para comprender que es normal sentir cosas incomodas, es normal enamorarse, es normal sentir pena, tristeza, vergüenza. Pero no, cuando lees algo con lo que te puedes identificar, puedes encontrar el problema, y resolverlo.
La claridad es algo que vamos perfeccionando con el tiempo, yo tarde en darme cuenta cuando alguien era un problema en mi vida. No hablaba con esa voz interna que trata de ayudarte. Esa voz con la que hablamos en veces solemos ignorarla en tiempos difíciles. Yo no sabía cuando era tiempo de dejar ir a alguien, y mucho menos cuando retirarse. Pienso en esa personita que fui antes, y comprendo que no tuvo un guía, iba sola por el bosque tratando de buscar el por qué. Ahora sé que el tiempo cura casi todo.
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