Gracias a esa persona, que
aunque ella no lo sabe,
me está regalando una historia,
sentada en el banco de un parque,
pidiendo en la esquina de la calle,
tomando una copa en el bar,
o diciéndome adiós al pasar.
Verla me ha hecho pensar,
me he puesto a imaginar
mezclando fantasía con realidad,
y así van surgiendo palabras
perfumadas con sentimientos,
que pronto cojo y escribo
porque son como unas llamas
que se ahogan en silencio.
Estará mi obra creada
por esa tierna, triste, o alegre mirada,
al sol, a la sombra,
por la tarde o la mañana,
momentos de magia y hechizo
explorando humanidad,
al tocar ese arcoíris de colores vivos
que yo siempre veo en los caminos.
OPINIONES Y COMENTARIOS