Si quieres ser creativo, dudarás de tu obra

Si quieres ser creativo, dudarás de tu obra

Laura Duarte

31/05/2025

Y quizá esa sea la mejor señal de que vas por buen camino

A veces tengo la sensación de haber llegado tarde.

Como si hubiese aparecido en la estación justo cuando partía el último tren. Todos se iban y yo, sin destino claro, debía saber si subir o quedarme. Mientras el mundo se volvía cada vez más artificial, más inmediato, más superficial, yo —terco— elegí escribir cartas largas. En una red social minoritaria. Sin garantías de ser leídas.

Las escribí por necesidad, como una forma de demostrarme que cada día se aprende algo nuevo. No las escribí con certeza. Escribía sin saber si a alguien le haría bien o le daría igual. Pero me doy cuenta ahora, un año después, que era parte del trato…

Si quieres ser creativo, no puedes estar seguro.

Nunca del todo.

Una tarde de domingo nos reunimos viejos amigos. Uno de ellos pinta (siempre admiré sus obras), le dije que me costaba decidir qué rumbo tomar. Qué escribir. Cómo decirlo. Si valía la pena o no escribir texto largo en internet. Me miró con la empatía de quien ya ha pasado por ahí. Sabe lo que se siente.

— Si quieres ser creativo, tendrás dudas.

Esa frase es de las que no se olvidan.

Durante años creí que la creatividad era cosa de talento, de inspiración, de grandes ideas a las que solo unas pocas mentes tienen acceso. Que si dudabas es que algo iba mal. Ahora sé que no. Que crear es, casi siempre, caminar a ciegas por un bosque que nadie ha pisado antes. Que la duda es compañera de ruta, no tu enemiga.

Y que estar perdido no es un error: es el comienzo.

Odiamos las dudas. Amamos correr hacia soluciones. Nos encanta encontrar atajos y no pensar demasiado. Como si el tiempo que uno necesita para entender algo fuera un problema. Pero ya he pasado muchas veces por este momento, ya son más de doscientas cartas, cerca de cuatrocientos días frente a páginas en blanco.

Ahora lo veo de otra forma.

Nadie que sepa el camino anda por tierras nuevas. Para ser creativo hay que estar en el borde del mapa, la originalidad llega justo cuando pisas tierra inexplorada. Y también llega la inseguridad. Siempre van juntas. Y sí, da miedo.

Miedo a no gustar.
A hacer el ridículo.
A ser ignorado.
A no servir.

Pero uno no crea para complacer a otros. Uno crea por placer propio y, si acaso, con la ambición de crear algo de valor. Ya lo decía Gao XingJian, Premio Nobel de Literatura: uno escribe para encontrarse consigo mismo. Lo demás sucede después.

Y así sucedió.

Durante meses escribí sin tener claro el rumbo. Abría el ordenador y me quedaba en silencio. A veces no salía nada, otras veces salía todo junto. Escribía textos que solía calificar como “de dudosa calidad”. A más escribía, más preguntas me hacía. Siempre las anotaba para reflexionar luego. Pronto las preguntas se amontonaban sin permiso.

— Si quieres ser creativo, tendrás dudas.

Esa frase siempre vuelve…

Si estás totalmente seguro de que tu obra va a funcionar, probablemente no estás creando nada nuevo. Estás repitiendo. La creatividad tiene un componente de riesgo. No sabes si servirá. No sabes si gustará. No sabes si alguien encontrará valor…

Y ahí está la gracia.

Porque para hacer un trabajo importante, como dice Seth Godin, tienes que estar dispuesto a hacer algo que podría no funcionar. Esa incertidumbre nos rompe, pero nos obliga a ser honestos. No tienes todas las respuestas. Quizá nunca las tengas. Y, aún así, deberías seguir escribiendo. Seguir apostando por una idea pese a las dudas.

No hay atajo que evite este tramo del camino. Nadie crea sin dudar.

Recuerdo ahora a Virginia Woolf y la cruda confesión que deja en su diario:

«Debo escribir sin preocuparme por si es bueno o malo. Debo seguir adelante».
— Virginia Woolf, A writer’s diary.

Valentía para cambiar

Y cuando una idea no funciona, hay que tener el coraje de soltarla.

Aunque hayas invertido horas, días, incluso años en ella. Parte del proceso es aceptar que te vas a equivocar. Que tomarás caminos que no van a ninguna parte. Que vas a escribir artículos que no conectan, pintura que no conmueve y poesía que no resuena.

¿Qué haces entonces…?

Cambias.

Hay que buscar otro ángulo. A veces, tras meses desarrollando una idea hay que admitir que estabas equivocado. Pero no te lamentes por ello. El tiempo invertido no fue un desperdicio. Fue parte del proceso. Así lo veo yo: cuando una idea no funciona, no significa que fracasaste. Significa que descubriste algo.

Aprendiste lo que no es. Y eso te deja un poco más cerca de lo que es.

Cada iteración es un paso más hacia algo que resuene. Hay que escuchar atentamente lo que dicen de tu obra, reflexionar y decidir el próximo paso. La retroalimentación te hace mejorar, pero seguir cada opinión sin rechistar te desorienta. Tenlo en mente.

Escucha opiniones y corrige lo necesario, pero no dejes de ser tú y hacer lo que amas.

Álvaro GarcíaApr 4

Algunas personas no conectarán con tu escritura.

Y eso está bien.

No escribes para ellas. Escribes para quienes sí encuentran valor en tus palabras, para quienes tu mensaje resuena. Tratar de escribir para todo el mundo es diluir tu voz hasta que no le pertenezca a nadie.

Ningún mensaje es universal.

Ni la mejor de las obras conmueve a todos los lectores.

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Y para poder hacer todo esto, necesitas una cualidad en peligro de extinción.

Tener paciencia.

Mi dificultad para tomar decisiones rápidas me frustraba. Pero con el tiempo vi su valor: me obligaba a volver, a mirar de nuevo, a entender mejor el problema.
Y así, a veces, encontraba soluciones que no habría visto si me apuraba.

Esto sucede porque los puntos se conectan… si los dejas reposar.

La creatividad necesita tiempo. Tiene que madurar. Muchas veces, ideas que no parecían tener nada que ver terminaban uniéndose en un texto. Porque no las forzaba. Solo las dejaba estar. Hay ideas que he revisitado por meses, pero un día llegó el momento. Un día se transformaron en carta y pulsé el botón de “publicar”.

Hay un concepto muy desconocido: apofenia.

Es la experiencia de percibir patrones donde no los hay. De unir puntos donde nadie ve nada. Ese momento mágico donde todo hace “clic” no ocurre al ritmo acelerado al que nos hemos acostumbrado a vivir. Ocurre cuando lo dejas reposar, cuando regresas a la idea una y otra vez durante días, semanas o meses. Y para eso, hay que dejar la urgencia y abrazar la paciencia.

Las ideas novedosas tardan en nacer, y cuando nacen, te harán dudar.

Porque si quieres ser creativo, no puedes estar seguro.

Y esa, tal vez, es la única certeza que necesitas.

✍️ Te toca a ti: ¿Te superan las dudas? ¿Qué papel juega la incertidumbre en tu propio proceso creativo?

💭 Cita del día: «Puede que con el tiempo aprenda qué se puede hacer con este material suelto y a la deriva de la vida, encontrándole otro uso que el que le doy.»
— Virginia Woolf, A writer’s diary.

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