«El viejo puerto»

«El viejo puerto»

M. Parker

31/05/2025

Tú me has dicho que hemos terminado. Pero yo no quiero, porque sé lo que sientes. Sé que omitiste un detalle muy relevante y ahora temes que, al enterarme, te deje para siempre. Querido, yo lo he sabido desde el principio. Creí que serías lo suficientemente valiente, pero me he equivocado. Prefieres mentirme y por eso he aceptado.

“Vale”, te dije, y esperé a que te marcharas. No te he detenido y tampoco quiero que te detengas. Pues si no lo has dicho hasta ahora, es momento de que me vaya.

No pensé enamorarme realmente, pero ahora solo queda olvidarte. Ruego al cielo lograr mi cometido y, cada noche que vacile un poco mi orgullo, he de beber una copa de buen vino. Pues así como el pan aligera la tristeza, el vino evita que haga yo torpezas.

Ten por seguro que me he marchado. Te vi varias veces por la ventana y también escondida en un callejón, observando cómo te dirigías a mi puerta. No quería saber el motivo exacto, pero es mejor que pienses que he partido, querido, mientras esperaba oculta a que te fueras.

En un club cerca de casa, un joven mozo me sonrió; parecía saber que me escondía de ti y apoyaba mi decisión. Se acercó a ti y conversó contigo. No sé qué te dijo, pero por la expresión de tu rostro, parecía que el alma te había abandonado.

«Así es mejor,» me dije. Mi corazón deseaba ir contigo, pero me convencí de que era el momento de dejarte ir. Finalmente, cuando ya no te distinguía, le agradecí al joven y dejé escapar un suspiro antes de alcanzar la puerta.

Dentro de la casa, me quité el abrigo y me senté. Encendí la televisión, pero no la miré. Puse música en el celular, pero no la escuché. Acaricié a mi perro y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Entonces, recibí una llamada por accidente… eras tú, y todo se paralizó.

Mi voz no salió, la emoción me embargaba por haber vivido tanto en tan poco tiempo.

«Supe que ya conocías lo que no te había dicho, lo siento. Si no es muy tarde, tengo un hijo y temía que me rechazaras si te lo confesaba. Pero ahora, hemos terminado y creo justo que lo sepas por mí, te amo. No lo dije antes y por eso me arrepiento. Espero que consideres esto un breve epíteto. Si no es muy tarde, me gustaría pedirte una oportunidad para comenzar de nuevo,» confesaste.

«Querido Zacarías, mi corazón nunca te juzgó, pero no pudo evitar estar triste. Si estamos aquí por un tiempo tan breve, estoy dispuesta a no perderlo en cosas intrascendentes. Solo necesito tu compañía para encontrar la felicidad en esta vida, y aún más si estás dispuesto a presentarme a tu pequeño hijo Jofradías. Sí, ya lo sabía y nunca te rechacé, porque no creí que hubiera un buen motivo; al contrario, me sentía rechazada por ti, al no dejarme entrar en la vida de Jofradías. Pero ahora que todo se ha dicho, es conveniente que ambos empecemos de nuevo. Te esperaré en el lugar donde nos vimos por primera vez, en el viejo puerto, bajo la banda de pelícanos de ala negra y pecho blanco, a la hora en que el barco retorna al muelle, una hora que tú conoces de memoria,» respondí y colgué.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS