Si No Me Ves, ¿Existo? La Lección Zulú Que Cambió Mi Vida

Si No Me Ves, ¿Existo? La Lección Zulú Que Cambió Mi Vida

Daniel Sachi

30/05/2025

Hay momentos en la vida que, aunque parecen pequeños, dejan una huella profunda.

Uno de esos instantes lo viví hace años, durante mi época como scout, cuando aprendí que el verdadero liderazgo no se trata de mandar, sino de ver al otro.

Recuerdo las fogatas bajo el cielo estrellado, donde compartíamos historias y, sobre todo, nos escuchábamos.

Era nuestra versión del Sawubona zulú: «Te veo».

Y cuando alguien hablaba, los demás respondíamos con atención, como diciendo: «Estoy aquí».

¿Cuántas veces en el trabajo o en casa nos olvidamos de ese simple pero profundo intercambio?

Quizás sea más sencillo y popular pensarlo desde el saludo de los habitantes de Pandora en la película” Avatar”, cuyos autores, muy probablemente, hayan recurrido a la misma fuente.

El Poder de un Saludo (y de un Silencio Incómodo)

En las tribus zulúes, como mencionaba antes, el saludo Sawubona no es una formalidad, sino un acto de reconocimiento.

Si no te ven, no existes.

Y eso me hizo recordar una anécdota graciosa (y algo vergonzosa) de mis primeros años en el mundo corporativo.

Iba por el pasillo de la oficina, absorto en mis pensamientos, cuando pasé al lado del CEO sin saludarlo.

Él, con una sonrisa pícara, me dijo: «¿Ya no existo para ti, Sachi?».

¡Menudo golpe de realidad!

Me di cuenta de que, en la prisa del día a día, a veces tratamos a las personas como obstáculos en nuestro camino en lugar de como seres humanos.

Como decía el poeta John Donne: «Ningún hombre es una isla».

Y sin embargo, ¿cuántas veces actuamos como si lo fuéramos?

Scouts, Zulúes y la Sabiduría de lo Colectivo

Mi vida como scout siempre estuvo marcada por esa filosofía de comunidad.

Los zulúes tienen el Ubuntu; nosotros teníamos la «Ley Scout»: «El scout es leal y digno de confianza».

¿Y saben qué tenían en común ambas filosofías?

La idea de que nuestra identidad se construye con y para los demás.

Recuerdo una caminata en la montaña donde uno de los chicos más jóvenes se lastimó el pie.

En lugar de seguir adelante, el grupo decidió bajar el ritmo y turnarse para ayudarlo.

Nadie lo dijo, pero todos lo sentimos: «Si uno cae, caemos todos».

Esa misma idea resuena en el Umuntu ngumuntu nagabantu zulú: «Una persona es persona a causa de los demás».

¿Qué pasaría si aplicáramos esto en nuestras empresas?

¿Si en lugar de competir a ciegas, nos viéramos realmente unos a otros?

El Ubuntu en la Oficina (o Cómo No Morir en el Intento)

En el mundo corporativo, a veces parece que el Ubuntu brilla por su ausencia.

Reuniones donde nadie escucha, correos que quedan sin respuesta, compañeros que pasan meses sin cruzar más que un «hola» rápido.

Pero hay excepciones.

Una vez, en un proyecto crítico, un colega se quedó hasta tarde para ayudarme sin que se lo pidiera.

Cuando le pregunté por qué lo hizo, me dijo: «Porque si esto sale mal, nos afecta a todos».

Esa simple frase cambió mi forma de ver el trabajo en equipo.

No se trataba de un favor, sino de un reconocimiento mutuo.

Y aquí viene la pregunta incómoda: ¿Cuándo fue la última vez que realmente viste a un compañero de trabajo?

No me refiero a un saludo rápido, sino a preguntar cómo está, a escuchar su respuesta, a reconocer su esfuerzo.

Conclusión: Existir es Ser Visto

Al final, todo se reduce a eso: existimos porque otros nos ven.

Desde los saludos zulúes hasta las lecciones alrededor de una fogata scout, la esencia es la misma.

El Ubuntu no es solo una filosofía africana; es una llamada a recordar que, sin los demás, no somos nada (y quizás agregar que “Nadie se salva solo”).

Así que hoy te invito a un experimento: saluda con intención.

Mira a los ojos.

Pregunta «¿cómo estás?» y espera la respuesta.

Y cuando alguien figurativamente te diga «Sawubona (Te veo)», responde con convicción: «Sikkhona (estoy aquí)».

¿Qué cambiará en tu vida cuando empieces a ver de verdad?

Mucho, y por eso quiero leerte en los comentarios.

Porque, como dice un proverbio scout:

«La huella más importante no es la que dejamos en el suelo, sino la que dejamos en los demás».

¿Te gustó esta reflexión?

Comparte tu momento de Ubuntu favorito.

¿Fue en el trabajo, con tu familia, o en un lugar inesperado?

Te espero.

¡Hasta la próxima aventura!

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