Un conflicto silencioso.
Es posible que te haya pasado: tener la atención de alguien por lo que tienes y no por lo que eres, pero lo importante aquí, es tener claro qué sientes al respecto.
Es un juego peligroso donde fácilmente puedes hipotecar tus valores y dejar de pertenecerte. Lo grave y común es que le pasa a mucha gente, y estoy seguro de que mientras lees este escrito, tienes a una, o dos, o tres, o cuatro, o varias personas en mente, y eso puede incluirte a ti mismo.
Por mucho que lo digamos y reflexionemos, en líneas generales, nada parece cambiar para mejor. Los problemas de antes, siguen siendo los problemas de ahora, sumándole todos los problemas conductuales que se han unido al libreto por causas generacionales. La gente con mayor acceso a la información se sigue metiendo en problemas predecibles, muchas veces por la persecución insaciable de algo común: el poder.

¿Qué tipo de poder?, el que sea, siendo el menos común el poder de hacer las cosas bien. De alguna manera, la mayoría de la gente busca ejecutar «su cuota». Al tener algún privilegio, se activa la máscara de la subestimación, y las oportunidades se esconden detrás de la capa del ego.
La tontería es tal, que mucha gente confunde la amabilidad con debilidad. Entonces optan por la agresión y la imposición de una distancia estéril que enfría cualquier posibilidad de crecimiento entre desconocidos. No se dan la oportunidad de tener oportunidades, y si lees esto como algo obvio y estúpido, es porque es algo obvio y estúpido que pasó, pasa, y seguirá pasando.
No debería ser, pero es. Mucha gente te trata dependiendo de lo que tienes, y si se enfocan en el ser, lo hacen desde una perspectiva calculadora, pues solo si ellos creen que eres importante, te dan un trato especial por lo que le puedas dar, y no por ser quien –en esencia– eres.

Y así la gente «pisa el peine» y dilatan sus valores para crear identidades que los deje existir en un ecosistema de señalamientos y validaciones, donde –sin riesgo a equivocarme– todos tienen fecha de vencimiento, y no hablo de la muerte física precisamente.
¿Qué es lo que realmente importa? Al menos para mí, lo realmente importante es aquello que te define como individuo, y que sobre todas las cosas, estés dispuesto a defender sin que esto signifique una guerra. Naces siendo único pero te empeñas en perder esa identidad mientras creces con el fin de parecerte a todos para sentirte diferente, y eso es una torpeza, ¿no crees?
Ser quien eres sin que eso signifique irrespetar al prójimo, y de eso va la libertad. Eres realmente libre cuando respetas los límites de los demás, y eso es algo que deberíamos –todos– instaurar en nuestro pensamiento inmediato. Esa famosa irreverencia mentirosa que se explica detrás del «yo soy así y te la calas», no es más que una salida mediocre para no crecer en espacios que te pidan ser tu mejor versión; es un mecanismo de defensa ante una guerra imaginaria donde muchos aseguran que el que más tiene es el mejor. ¿Tener qué?, no sé, pero tener algo al fin.

Se quieren vestir con el mismo pantalón y la misma camisa; usar los mismos zapatos; vivir en una zona específica; hablar parecido, y demás similitudes, con el fin de sentirse distintos. Pareciera que así funciona el ser humano: por tendencias. Seguramente todos hemos pasado por eso, pero si te diste cuenta, pudieras intentar soltar el miedo de ser responsable de tu vida y dejar de seguir un patrón común con el fin de sentirte especial.
Puedes tener lo que te dé la gana, pero eso no te hace ser lo que realmente eres. La pregunta es: ¿estás dispuesto a ser para ser, o estás cómodo siendo para tener?

Yo soy lo que soy y tú que me lees puedes imaginar lo que tengo, pero te aseguro que no tienes ni un ápice de certeza.
Soy lo que soy por lo que siento, no por lo que tengo.
¿Y tú?
L.
OPINIONES Y COMENTARIOS