
Voy a sumar 50 miedos, uno por cada año cumplido.
LLevo una mochila llena de errores y de malas costumbres que intento ignorar, que quiero dejar atrás, para poder sentirme liberada; pero me rodean los conflictos que me ahogan; he tenido que empezar muchas veces de cero, convenciendome, que esa vez era la buena, la que me iba a dar calma y paz para siempre; y así, he tenido que engañarme cada día, repitiendome: «yo puedo con todo».
Porque a veces me hacen sentir como si me cortaran las alas, como si yo fuera mala persona, como si no me importara nadie; cuando lo que realmente quiero, es que todos estén bien, pero que no se metan en mi vida, que me dejen vivir a mi manera.
Y ellos, ¿cuántas veces les he perdonado?, ¿cuántas veces les he deseado felicidad, bienestar y prosperidad?, ¿cuántas veces me he callado ante sus faltas de respeto, sus ordenes dictadoras y sus consejitos de ser humano perfecto?.
Pero me da igua que sean así, yo solo quiero que sigan su camino y me dejen caminar por el mío, que me dejen avanzar a mi ritmo, con mi forma de pensar, con mis manías, con mi manera de ver el mundo; que me dejen manejarme en mis tropiezos; porque no quiero cambiarme de zapatos, no quiero vestirme con su moda, simplemente deseo seguir siendo yo, deseo seguir siendo como soy, deseo seguir mostrando al mundo mi forma de vivir, deseo seguir mostrando mis sonrisas, mi lenguaje.
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