La libertad no tiene alas

La libertad no tiene alas

No nací libre—
nací promesa entre barrotes,
con cadenas invisibles
y muñecas rotas en los brotes.

Me soltaron sin cerradura,
pero con culpa en la costura.
Y me llamaron flor sin tierra,
cuando era fuego bajo sierra.

Fui jaula con bisagra rota,
fui voz de nadie en la derrota.
Caminé recta por fuera,
pero el alma se me enredó
como enredadera fiera
que nunca el sol preguntó.

La libertad no es altura,
ni volar sin amargura.
Es andar sobre el abismo
sin pedirle al miedo mismo
permiso para pisar.

Es quebrar todos los «quizá»,
decir “esto sí, esto no”,
con la lengua hecha puñal
y el corazón sin telón.

No me hables de alas suaves—
háblame de suelos graves.
De un cuerpo que no se esconde
aunque nadie lo reclame.

He dormido con cadenas
hechas de culpa y arena,
con llaves en la garganta
y sombras que me desgastan.

He gritado tan despacio
que el eco se hizo ceniza.
He firmado mi renuncia
a la mujer sin sustancia.

No quiero ser libre a secas.
Quiero ser quien se refleja
sin miedo a romper el agua,
sin deberme la palabra.

Y si eso arde—
que arda entera.
Yo seré la luz primera
que no nace de la espera.

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