A la mierda el consentimiento

A la mierda el consentimiento

Laura Duarte

26/05/2025

El sexo se desea, no se consiente

Bienvenido al rincón incómodo, a una de las reflexiones que más me vuelven loca por las noches. Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre esto pero hoy por fin he encontrado el coraje que me faltaba.

Así que, querido lector, no lamento que te remuevas incómodo en la silla al leer el título de esta entrada. No pediré disculpas por las palabras con las que hoy rasgó el papel.

No pediré disculpas, ya he pedido demasiadas.

Ayer mientras leía sobre sociocracia me encontré con una definición que me hizo saltar de la silla. El consentimiento es una decisión que se toma cuando nadie objeta

Este texto nada tiene que ver con la sociocracia y ánimo a todos a leer sobre ella, pero esa definición me hizo pensar en lo retorcido que me parece que esta palabra se use para el ámbito sexual.

Sí, consentir significa ‘dar la aprobación para ser partícipe en una actividad’. Pero resulta que consentir también significa ‘permitir o tolerar pasivamente que ocurra algo’.

Y sí, yo sé que el lenguaje es un campo lleno de ambigüedades. ¿Pero no les parece absurdo o quizás demasiado perverso que hayamos elegido precisamente esa palabra para hablar de consentimiento sexual?

El consentimiento se nos presenta ahora como el criterio perfecto para delimitar entre el bien y el mal, entre el sexo “bueno” y la violación. El consentimiento es la palabra favorita de los defensores de la ley porque esconde un sin fin de ambigüedades.

Desear es iniciativa, consentir es un verbo que responde a una acción externa. El sexo no es una actividad que debería consentirse, o se desea o no se desea.

Porque entre tolerar y desear hay un abismo gigantesco. Entre permitir y desear, están todas las rendijas por las que se cuela el abuso.

A la mierda el consentimiento, a la mierda la no objeción y el permitir que alguien haga algo sobre tu cuerpo.

¿Se puede consentir plenamente en un mundo tan desigual?, ¿puede el niño de 12 años consentir una relación sexual?, ¿puede desearla?. La ley mexicana dice que si.

El termino consentimiento no solo no alcanza para delimitar la violencia sexual, sino que peor aún, asume que el papel de las mujeres durante el sexo es el de permitir o en el peor de los casos no objetar.

Usar la palabra consentir en el campo de lo sexual me da un sabor agridulce, porque si bien comienza a dibujar algunos límites positivos. Sigue refiriéndose a la mujer como un ser pasivo e incapaz de desear.

En México fue hasta finales de los 90´s y principos de los 2000, que se determinó finalmente que la violación conyugal era un delito. Hasta ese momento según la ley las esposas mexicanas no podían negarles el consentimiento a sus maridos.

Luego no me digan que no vivimos en una cultura de la violación.

Que conveniente que en una sociedad como la nuestra los limites de la violencia sexual se dibujen alrededor de este consentimiento y no alrededor del deseo.

No, que conveniente no. Digámoslo como es, que perverso.

Llevamos toda una vida diciendo que sí ¿cómo diablos íbamos a decir que no?

Y sí, si te lo estás preguntando, escribí este texto desde la ira y con el estómago entripado.

Porque consentir me suena a acostarse inmovil sobre el colchón, me suena a resignarse. Me recuerda a todas las veces que no sabía qué decidir y opté por asentir suavemente con la cabeza.

El hecho de que sigamos usando esta terminología me asusta.

Me aterra pensar que las preguntas ¿has deseado todo el sexo que has tenido?, y ¿has consentido todo el sexo que has tenido? van a tener respuestas muy distintas.

A la mierda el consentimiento,

No se tu, pero el consentimiento lo dejaré para otros ámbitos de mi vida. Porque lo que se haga sobre mi cuerpo quiero desearlo, no consentirlo.

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