El Altísimo es nuestro baluarte, el sostén firme que preserva la frágil carne del Adán terrenal,
quien lucha sin tregua contra el aluvión desbordante de pasiones y tribulaciones humanas.
Como un torrente impetuoso, estas fuerzas se precipitan sobre el alma, intentando doblegarla con su incesante embate.
Pero en la sombra protectora del Eterno, hallamos refugio; en Su fortaleza inmutable, encontramos el escudo que nos resguarda del caos que amenaza con arrastrarnos.
Pedro Hernández

Escritor y poeta.
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